Por Víctor Barrera 

Ante la prisa de Andrés Manuel López Obrador y Morena por aprobar una reforma electoral, es el momento de preguntar ¿Cuál es el verdadero objetivo para acelerar el procedimiento? 

La respuesta lógica es que esta reforma no está enfocada en fortalecer el poder del voto o hacer más ciudadano al INE, porque hasta ahora ha demostrado que este órgano autónomo no ha sido subyugado a los deseos del Poder Ejecutivo, así lo demuestran los tres cambios de régimen que se hemos tenido en los últimos años, PAN, PRI y ahora Morena. 

López Obrador asegura que esta reforma evitara el fraude, me imagino que se refiere al que supuestamente se presentó en el 2006 y que lo dejo como perdedor en esos comicios. 

De haber existido fraude, el PAN hubiera aplicado la misma fórmula en los siguientes comicios, pero esto no sucedió, por lo tanto, no existió fraude. 

Entonces la única respuesta es que quien tiene el poder, ahora, solo busaca mantenerlo a toda costa y probablemente perpetuarse  por muchos años más, porque las modificaciones en el aspecto político van encaminadas a ello. 

En pocas palabras mantener su proyecto denominado 4T donde los únicos que han ganado son López Obrador, su familia, amigos y el Ejército. 

Para muestra es que ya no existen los fondos y fideicomisos para hacer frente a desastres naturales, o apoyos a los niños con cáncer, a las madres solteras que tenían guarderías donde dejar a sus hijos e hijas mientras ellas trabajan. 

Recursos que estaban destinadas a fortalecer la seguridad en municipios desapareció y con ello la inseguridad se incrementó, el fortalecimiento al desarrollo de municipios también es casi nulo, y con ello se condena a mucha gente a no tener servicios básicos como agua potable o electricidad, alguna escuela decente con sanitarios o un consultorio médico adecuado y con medicamentos para entregar a las personas enfermas, porque pensar en hospitales es algo que nuevamente se hace muy difícil. 

El presupuesto a las actividades agropecuarias ha ido disminuyéndose y la consecuencia es la importación de más alimentos ante la demanda de ellos, y por su puesto el precio de estos productos se incrementa, aunado al desfalco existente, por corrupción, en la empresa encargada de la compra y distribución de los alimentos. 

A cambio de ello, se pretende terminar los megaproyectos de López Obrador, aunque estos muestren deficiencias en su construcción y se hayan convertido en barriles sin fondo, como lo demuestra el elevado costo que hasta ahora ha implicado esos proyectos y no se ha concluido por completo ninguno. 

Entonces ante la insuficiencia de solución a muchos problemas, se pretende realizar una reforma electoral, que nadie pidió, pero está en la mente de López Obrador y por más que se diga que existen soluciones para evitar un gasto excesivo en el INE, nada superará lo que se ha gastado en las megas obras. 

Por lo tanto, primero deben resolverse esos problemas y luego hacer la reforma electoral. 

Pero si se quiere empezar, se puede hacer en el lado administrativo, donde se establezcan salarios dignos, pero no tan elevados, que las remuneraciones sean de acuerdo a la responsabilidad, del puesto y la capacidad, académica y de experiencia de quienes ocupen puestos dentro del INE. 

Con esta reforma, que deberá aprobarse antes de la sustitución de cuatro consejeros electorales en el 2023, entre los que se encuentran Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, para que quienes los sustituyan conozcan los nuevos salarios a percibir.  

Después de los comicios del 2024, entonces se puede empezar el análisis del área política, como son las reglas y normas para elegir a los consejeros electorales, y establecer el número de ellos, sean cinco, siete, nueve u once. 

Como esta parte deberá tener un análisis profundo y establecer quienes serán los encargados de proponer a los candidatos a consejeros y la forma en la cual se elegirán, por voto ciudadano o como actualmente se hace, a través del Poder Legislativo, para ello habrá tiempo suficiente, desde el 2024 hasta el 2029 para que, en los comicios del 2030, entren en operación o no las nuevas reglas. 

Lo que hoy tenemos que hacer es impedir que desde el poder se modifiquen las reglas con el objetivo de ir eliminando nuestra democracia, que ha empezado a fortalecerse. 

Debemos hacer una defensa a esa democracia para irla mejorando y no retroceder muchos años, es por la defensa del voto, de nuestra propia decisión de elegir a quien nos gobernará, aun cuando nos equivoquemos, pero tener la certeza que podemos cambiarlo, cada determinado tiempo y que no se perpetuará solo un régimen o un grupo de oligarcas.