Por Víctor Barrera
Los recientes resultados que dio a conocer el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) sobre el del Indicador Oportuno de Actividad Económica (IOAE), confirman la desaceleración económica de México, esto debería ser un punto de análisis para las autoridades mexicanas, sin embargo, el optimismo sigue imperando en las mismas y el titular del Secretaria de Hacienda y Crédito Público (SHCP), Rogelio Ramírez de la O, sigue señalando que se espera que este año el crecimiento del Producto Interno Bruto cierre en 2.4 por ciento., aun cuando los analistas del sector privado manifiestan que en términos muy optimistas México alcanzará 1.8 por ciento.
De cualquier forma, para cerrar en ese porcentaje se hace necesario que México cierre en el segundo semestre con un crecimiento por arriba del 3 por ciento, algo difícil pero no imposible de alcanzar.
Para ello es necesario que este gobierno federal, entienda la importancia de una actividad mayor de la iniciativa privada para junto con la inversión pública, se comience a reestablecer las cadenas productivas.
Producir riqueza es el objetivo principal de la iniciativa privada y esto debe aprovecharse por el sector público para aplicar una estrategia que permita fortalecer la infraestructura que permita un crecimiento sostenido y sustentable para México en los próximos años.
En México se requiere recuperar la confianza de inversionistas y consumidores, porque también con datos del INEGI, la confianza de los consumidores en julio cayó 1.7 puntos respecto al mes de junio, acumulando con ello tres meses a la baja.
En cuanto a la confianza empresarial, es decir el sector privado, retrocedió medio punto, acumulando también tres meses a la baja.
Es cierto que esto no se derivó de un solo factor, sino es la suma de diversos elementos, como son el alto índice de inflación, pero también la incertidumbre derivada de la inseguridad, en todos los aspectos que prevalece en el país, el conflicto comercial con Estados Unidos por la política energética del país.
Aun cuando el resultado de un crecimiento menor al 2 por ciento no es trágico para el país, si muestran la necesidad de establecer una estrategia económica que impulse el consumo y la inversión dentro del país.
Lo que si sería preocupante es que se perfilara un fin de sexenio envuelto en una crisis financiera, que no sea derivado de una política hacendaría o monetaria, porque hasta ahora se han aplicado las soluciones lógicas.
Pero existen otros aspectos como el proceso de sucesión presidencial y acontecimiento mundiales que pudieran dar algunas sorpresas
Por ello la insistencia para que esta administración federal, aplique políticas públicas que fomente la inversión privada y otorguen certidumbre jurídica y social a la misma pero que no solo se mantenga en lo que resta del sexenio, sino que sea con visión a largo plazo.