Por Víctor Barrera
El desencanto social puede ser un factor que podría trabajar en contra de este gobierno federal, que, hasta ahora, no ha podido detener la presión en el índice de inflación, algo que golpea duramente a los bolsillos de la gente y principalmente a los que menos tienen, es decir a los pobres.
El Paquete contra la inflación y la carestía (Pacic), puesto en marcha por el gobierno de López Obrador para intentar detener el alza en los precios de los productos, no ha dado resultados y cada día que pasa, la gente mira con asombro como el alza en los precios de los productos gana terreno ante sus ingresos y los deja sin la capacidad de compra para llevar a su casa los alimentos más básicos,
La gente podría estar contenta con los recursos que recibe a través de los programas sociales, pero estos se han diluido con los precios de los productos, por lo que este encanto se empieza a cambiar a un descontento que podría significar que Morena no tenga todas las de ganar en los próximos cómicos federales el 2024.
La carestía y escasez se convierten en conflicto social porque desata otros problemas en términos de seguridad pública que en el corto plazo.
Si el gobierno no aplica medidas serias y mecanismos operativos efectivos es muy probable que sufra descontento popular y experimentará un severo desgaste político que en las urnas es la baja de votos a su favor.
He apuntado en varias ocasiones que a México le hace falta políticas públicas que fomenten la producción de básicos y una mecánica inteligente de distribución, que permita que estos alimentos lleguen a bajo costo a la mesa de los mexicanos y que los trabajadores del campo reciban el precio justo por sus productos.
Sin embargo, este gobierno, ha hecho todo lo contrario vino a destruir el organismo que se creó en años anteriores Conasupo, para garantizar el abasto de alimentos en todo el país, por un nuevo organismo, Segalmex, que solamente demostró que puede albergar y generar corrupción.
Hasta el momento las tiendas, Dicosnsa y Liconsa, son inoperantes y los productos que ponen a la venta son del mismo o aún más caros que los que se pueden encontrar en tiendas comerciales y de conveniencia.
Los recortes de presupuestos que se han hecho en esta administración al campo son otro factor que suma a la escasez y carestía de los productos del campo.
Esto también contribuye a que México cada día se convierta en importador de estos productos, principalmente de maíz y leche cuando tenemos la capacidad de producir el suficiente abasto para el mercado interno y enviar excedentes al exterior.
Revertir esto no es tarea fácil, sin embargo, debe empezarse por algunos esquemas que permitan que la producción de estos productos agropecuarios sea mayor, esto a través de presupuestos amplios al campo
Además, completar con la importación, de los productos necesarios para ofrecer una canasta básica alimentaría más allá de 24 productos, pero con un programa estricto de apoyo y vigilancia, una política agropecuaria, para estabilizar los precios.
Reconfigurar los programas de acopio con el objetivo de realizar la compra de estos productos de manera justa y garantizar que el precio de los mismo es estable.
El gobierno puede concretar acuerdos con la iniciativa privada para que participe en un esquema de comercialización, el cual no ocasionaría pérdida alguna a los empresarios porque se trata, simple y sencillamente, de aprovechar las ventajas de las compras al mayoreo y traducirlas en ventas con precios de medio mayoreo de los artículos que integran la canasta básica. Este sistema comercial representaría ahorros muy importantes para los consumidores.
De hacer esto, México en el mediano plazo podría llegar a la autosuficiencia alimentaria y se evitaría la importación masiva de muchos productos.
Es el momento de empezar, porque ya se perdieron casi cuatro años de este gobierno y la escasez de alimentos y su alto costo se puede convertir, repito, en un malestar social que podría fallar en contra del gobierno actual.