El cineasta guatemalteco César Díaz presenta su primer largometraje que muestra las consecuencias de la guerra civil de su país, que concluyó en 1996
Este trabajo titulado Nuestras madres, como consecuencia de la violencia experimentada por su pueblo en el pasado y las repercusiones que trajo a las familias que sobrevivieron a ella.
“Era una necesidad hablar del tema por asuntos personales, en el sentido de que mi padre es un desaparecido político, mi madre es una ex militante revolucionaria”, contó.
De tal manera que la conformación de su familia, determinada por el conflicto guatemalteco, se convirtió en una suerte de obsesión que Díaz buscó atender desarrollando las posturas y la relación que tenían una madre y un hijo en una situación similar a la que el cineasta experimentó. “A mí me interesaba saber cómo estas relaciones humanas se construyen y cómo se sanan”, señaló.
Señaló que su experiencia en narrar cortos documentales fue la base para realizar el largometraje, por lo que simplemente acerco la ficción y la investigación que realizo con gente que presencio y vivió la guerra civil. “Había necesidad de poner el tema en la ficción y creo que el proceso que me llevó a escribirla también fue bastante documental, en el sentido de que hubo una investigación muy larga, pasé tiempo con víctimas, con investigadores forenses, con académicos, entonces creo que hubo una búsqueda muy documental en la construcción de la ficción”, destacó.
Sin embargo, y a pesar de que el contexto es determinante en Nuestras madres, el realizador quería que la cinta pudiera entenderse sin necesidad de conocer la historia política de su país. “Que esto pudiera ser lo suficientemente local para que la realidad guatemalteca no fuera maltratada, y que al mismo tiempo tuviera un espacio para que un espectador de cualquier otro sitio del mundo pudiera entrar a la película y no necesariamente comprender cuál era el conflicto, pero sí vivir un momento con estos personajes y emocionarse, además de reflexionar sobre sus propios afectos”, sostuvo.
Ir hacia atrás para entender la violencia guatemalteca
Díaz también quería establecer una postura sobre el pasado bélico de su país, pues aunque una parte de su sociedad reclama dejar el pasado atrás, para el realizador es necesario lo contrario. “Creo que uno no puede entender la violencia guatemalteca en este momento si no te vas para atrás, y dices, ¿qué fue lo que pasó en este país para que lleguemos a estos grados de violencia, a este nivel de impunidad?”, indicó.
De alguna forma, dirigir Nuestras madres se ha convertido en “una lucha a contracorriente por la memoria. Por un lado creo que no existe una voluntad estatal de asumir y tomar la justicia, la memoria, el resarcimiento de una manera seria”, criticó Díaz. De ahí que en Guatemala hayan surgido diversos grupos de madres que buscan a sus muertos y desaparecidos por cuenta propia.
“Hay una voluntad de reivindicar, también de juzgar y esto sucede en Guatemala, y sobre todo creo que, además, por eso tiene sentido llamarlo Nuestras madres, porque viene desde las mujeres quienes siguen haciendo este trabajo”, agregó el guatemalteco.
La vena que tiene César Díaz como documentalista no sólo fue determinante a la hora de investigar, sino también influyó al momento de filmar y relatar su primera ficción. “Tenía una voluntad de realidad, o de estar anclado en lo real, en lo que realmente sucedió, y creo que eso ayudó un montón a la película a tener una cierta veracidad”, aseguró.
Parte de las historias que el cineasta narra están basadas en relatos reales, y aunque en un principio tenía la idea de mostrar a mujeres indígenas con pérdidas reales como parte de su película, “rápidamente me di cuenta de que uno no tiene derecho a hacer eso, uno no tiene derecho a traer a un verdadera víctima; traerla a la ficción, hacerla revivir lo que sucedió, con todas las dificultades técnicas que implica la ficción, y estar frente a algo que es muy delicado”, relató.
La cinta se presentó durante la Semana de la Crítica del Festival Internacional de Cine de Cannes, Sin embargo no ha podido estrenarse en su país, debido a la pandemia, la exhibición presencial se vino abajo. Pero el cineasta todavía percibe esa falta como una deuda que busca saldar. La cinta ya está disponible en salas de cine mexicanas.