Por Víctor Barrera
México sigue desperdiciando la gran oportunidad que se presenta por su situación geográfica en el mapa, sino también por los desatinos que en la mayoría de las naciones de América se están cometiendo y que no permiten su desarrollo económico y por consecuencia no tiene la calificación aceptable para los inversionistas del mundo.
México debería estar ya calificado como un nicho de inversión seguro, porque después de la crisis económica, consecuencia del Covid-19, la cercanía con Estados Unidos y la firma del T-MEC, la zona norte del continente se apreciaba como un polo de desarrollo y por supuesto de ganancias económicas para quien invirtiera en él.
Sin embargo, Andrés Manuel López Obrador, obcecado por pasar a la historia, sin siquiera tener el objetivo claro, ha cometido una serie de errores que nos ha dejado en una crisis económica profunda que tardaremos algunos para poder salir de ella.
México ha dejado escapar esa oportunidad de captar capitales de todo el mundo y con ello fortalecer sus sectores productivos internos, debido a que el T-MEC permite establecer esa zona económica con creación de cadenas productivas e infraestructuras transformadoras de energía, transporte, manufactura y otras tantas.
Luego de la crisis económica mundial del 2020, la conformación de zonas económicas regionales se empieza a establecer y México se encuentra en una geográficamente privilegiada. Sin embargo, el pensamiento de López Obrador no mira hacia delante sino hacia atrás, por querer reconstruir un México que él vivió en los años 60 y 70 del siglo anterior.
Sigue pensando que México está en una sociedad de los años 50 donde la riqueza principal de una nación era su riqueza natural, y piensa que un avance en ciencia y tecnología solamente es para crear bombas.
Pretende inducir a la gente que la pobreza es una virtud y que aquellos que aspiran a tener un poco más son “aspiracionistas”, los malos, aquellos que quieren vender y traicionar a su patria.
López Obrador cree que el mejor gobierno es el paternalista, que ofrece recursos a su población, aun cuando no se crea riqueza, y entiende que la mejor manera de obtener el agradecimiento, vía voto, es otorgando programas sociales, paliativos que quitan la pobreza por un día, a cambio de la sumisión por años.
Sigue pensando que crear obras faraónicas, aunque de poca utilidad. Piensa que ese será su mejor legado, aun cuando el costo sea superior a lo estimado.
López Obrador es apasionado en un Estado que genera todo, aunque no haya suficientes recursos financieros para crear con calidad, pretende empujar que la energía debe seguir creándose a través de la quema de combustibles altamente contaminares.
Como el Quijote, quiere combatir las torres eólicas y quiere evitar que se utilice la fuerza del viento, la luz y calor solar como creadoras de energía eléctrica.
Asegura que las empresas administradas por el gobierno son incorruptibles, aun cuando se ha demostrado durante años que son el cultivo perfecto para este mal.
López Obrador, cree que el crimen organizado puede cambiar a ser pueblo bueno, si se le trata con respeto y se evita un enfrentamiento militar.
El tiempo de López Obrador no es el que coincide con los tiempos mundiales y por ello México sigue perdiendo oportunidades de desarrollo económico, científico, tecnológico y ofrecer una mejor calidad de vida a sus pobladores.
Es necesario volver a cambiar, para que nuestro país aproveche esas oportunidades y ofrezca a cambio seguridad jurídica y personal, hombres y mujeres altamente capacitas y profesionales y no mano de obra barata, pero lo más importante un mercado interno fortalecido en todos sus sectores que mejoran la calidad de vida de quien viva o cambie de residencia nuestro país.