Por Víctor Barrera


La nueva clase “millonaria” política o los nuevos mil millonarios, como suele nombrarlos la diputada Laura Ballesteros, han dado muestra que su equidad y austeridad es algo que poco les importa, porque ellos son libres de hacer lo quieran con su dinero y eso es cierto.


Sin embargo, en un país, donde la pobreza va en aumento y el desempleo es el pan de cada día, el observar que los legisladores del pueblo, como ello se autonombran, salen de viaje y se hospedan o desayunan en los más caros hoteles y restaurantes, es no mostrar empatía por esos millones de mexicanos que viven al día.


Y es que le problema no son los viajes, porque tiene derecho a vacacionar, sino la narrativa que ellos han creado de austeridad y ahorro la cual se ha visto resquebrajada y como una total mentira ante los ojos de sus representados.


Porque ellos, quienes siempre lucharon porque la clase política no tuviera lujos y que vivieran con la medianía que les da el salario, que todos los mexicanos pagamos para ellos, es totalmente desvirtuada cuando oímos, leemos y vemos que estos representantes 2del pueblo sabio y pobre” gastan en un desayuno o una noche de hospedaje, lo que millones de mexicanos gana en quince o hasta en treinta días. Ya quedo atrás esa frase de “solo con doscientos pesos en la bolsa”, para cambiarla por el pago de miles de pesos, en una comida, desayuno u hospedaje.


Porque ellos se manifestaron muchas veces en contra de esos viajes y gastos lujosos que hacían los del PRI o el PAN cuando eran gobierno. En su mayoría, estos militantes de Morena fueron elegidos, en muchas de las veces, por ciudadanos que comparten esas ideas, pero que ahora no saben cómo excusar a esos representantes que hablaban de esos gastos lujosos eran derivados de los altos niveles de corrupción de esos «prianistas».


Ahora como podrán excusar a estos mil millonarios que sin pudor alguno realizan fiestas fastuosas, utilizan helicómetros para viajar o viajan en primera clase en las líneas de avión o se hospedan en hoteles caros o simplemente desayunan en restaurantes que tiene precios elevados por un café y un pan.


Las frases de acabar con la corrupción, con los dispendios derivados de esta y hacer un país más equitativo y justo se las llevo el viento y ahora escuchamos frases como “quine puede catalogar que es lujoso y que no”, o simplemente “tengo derecho a mis vacaciones” y “las pago con mi dinero”, porque suenan huecas y falta de sustento, para solo mostrarnos que la clase política sigue teniendo el mismo ADN, del dispendio.
Pero repito, lo malo no son los viajes, sino la forma contradictoria que actúan estos personajes cuando exigen austeridad y ahorro, para los mexicanos y ellos dilapidan esa austeridad y ahorro.


Así que tratar de justificar esos dispendios con razonamientos pueriles solo muestra su incapacidad de ser sensatos y empáticos con la demás gente, Los lujos, sea de buen o mal gusto, solo es lo que marca las diferencias de clases en una sociedad y aquellos que luchaban contra los poderosos ahora son parte de ellos.
Porque aun cuando saben que esa narrativa de ir contra los poderosos les dio la oportunidad de ocupar su lugar, la forma n la cual desdeñan sus principios es lo que hace cuestionable su proceder. Porque ahora en el poder actúan, como los de antes, y su narrativa queda sin sustento.


El problema es que ellos dicen una cosa y realizan otra y con esto quieren continuar en el poder, mostrando que sus propias contradicciones los llevan a no saber responder y solo nos muestran que utilizar el poder para aplastar a los demás fue su único fin y no el que pregonaban.