Una Breve

Emilio Trinidad Zaldívar 

Me habría gustado ver a los “criminales, abusivos, ladrones, corruptos, insaciables que pretendían hacer el negocio de su vida con la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México” de Texcoco en la cárcel. Esos del gobierno de Enrique Peña Nieto con los que decía Andrés Manuel López Obrador acabaría y sería implacable para remitirlos a una prisión de máxima seguridad. 

También me habría gustado ver que el Tren Maya costara lo que dijo, no con el sobreprecio con el que terminó para que él, sus hijos y varios militares obtuvieran sus moches y jugosas ganancias, y que ese Tren tuviera paquetes turísticos y fuera un rotundo éxito; que la Refinería Dos Bocas -que no requería ni México ni el mundo- produjera lo que aseguró en cada una de sus tres falsas “inauguraciones”; me habría gustado también ver que el AIFA -“uno de los más modernos y funcionales del mundo”- estuviera dando los resultados que garantizó; que Mexicana de Aviación no generara las brutales pérdidas que mes con mes tiene. 

Me habría encantado ponerme la vacuna Patria; ver que la extracción de Litio para beneficio de México fuera una realidad; me habría encantado visitar las Islas Marías que según el mayor embustero presidente que hayamos tenido se convertiría en un centro histórico, cultural y turístico. 

Habría sido yo muy feliz constatar que en su gobierno no se hubiera dado la impunidad que no toleraría, ni el amiguismo, el influyentismo ni el pago de cuotas. Que el nepotismo que aborrecía no hubiera invadido todos los niveles y estructuras de su gobierno. 

Me habría gustado ver que Claudia Sheinbaum gobernara y no él. 

Me habría vuelto loco de gozo hoy viendo a mi país en paz, sin delincuentes, con los que López Obrador acabaría en los primeros seis meses de su desastroso gobierno. 

Habría sido feliz, feliz, conociendo un ejemplar y claro castigo a los ladrones del fraude y saqueo en Segalmex, y más feliz, viendo tras las rejas, no de su casa, sino de un penal al ex director del Instituto Nacional de Migración, Francisco Garduño. 

En el país de Tabascolandia, no son narcos los gobernadores de Sinaloa, Baja California Sur, Baja California, Tamaulipas y Sonora. 

En ese país de la mentira, la falsedad, el embuste, de la brutal corrupción, no asesinan a periodistas, tampoco a políticos, candidatos ni a funcionarios públicos; menos hay desapariciones y los servicios médicos, las instalaciones hospitalarias y el abasto de medicamentos son brutalmente parecidos a los de Dinamarca. 

Lamentablemente no veremos la luz en el camino porque desde las sombras, en el inframundo, sigue gobernando el más perverso, el más ruin de los hombres. Ese que estaba peleado con el dinero pero que ahora lo goza a carretadas, a manos llenas, a montones. 

Creyó haber escriturado México y como van las cosas dándose, parece que sí. 

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