Por Víctor Barrera
Nuevamente el populismo sale a flote en la persona de Andrés Manuel López Obrador y esto podría traer algunos problemas a México y a sus pobladores.
Entendemos el afán del tabasqueño de querer pasar a la historia, de cualquier forma y ahora su mira está en ser líder de un grupo de naciones de América Latina y crear un bloque, no sabemos aún si económico o político, para hacer frente al “imperialismo” “capitalismo” y “Neoliberalismo” que emana de Estados Unidos de Norteamérica, pero esto, repito, puede traer problemas a México.
El originario de Macuspana, mantiene sus “ocurrencias” sin medir las consecuencias. Es cierto que la declaración de no asistir a la Cumbre de las Américas mientras no se invite a los mandatarios de Cuba, Venezuela y Nicaragua, coloca al México como un país que protege a gobiernos que violentan derechos humanos y que son autoritarios.
Algunos congresistas norteamericanos han señalado su preocupación por las acciones que toma López Obrador y que implica no mantener una relación de amistad y de buen vecino situación que coloca al país como poco confiable.
Debemos recordar que México comparte una gran extensión de frontera con Estados Unidos, además es un socio comercial importante y es un país estratégico para muchos países que quieren integrarse al mercado con la Unión Americana.
El condicionar la invitación de Joe Biden, en caso de no invitar a los mandatarios de algunos países, es ponerse del lado de las dictaduras y en este tiempo donde Estados Unidos está involucrado en un peligroso conflicto con Rusia, se demanda mayor atención y el respaldo internacional para terminar con ese tipo de gobiernos que mantiene el poder con el costo de los derechos y libertades humanas en sus países.
López Obrador debe pensar en torno a lo que se necesita el país, y esto es mayor inversión, recursos que permitan elaborar proyectos de infraestructura para favorecer el crecimiento económico, que permitan a los mexicanos obtener empleos con mejor salario y que evite la migración de gente a Estados Unidos en busca de ese “sueño americano”.
El desplante hacia Estados Unidos le va a funcionar a López Obrador, porque entusiasma a su clientela electoral, bajo un nacionalismo anacrónico en un mundo globalizado, pero coloca a México como un país poco confiable para los inversionistas.
México requiere mejorar su economía y esto se hace a través de inversión privada, que sustenta 84 por ciento de los empleos creados, pero esto no se lograra mientras siga expulsándose mexicanos porque no hay empleos, existe inseguridad y la calidad de vida no mejora.
La condicionante de López Obrador no dejan nada bueno para México, pero si le permite al tabasqueño, tratar de desviar la atención de la enorme cantidad de desaparecidos en el país, de los feminicidios que se realizan cada día, de la inseguridad prevaleciente y en crecimiento, de una pobreza que obliga a delinquir y trae como consecuencia una mala alimentación que termina en enfermedades que llevan a la muerte ante un sistema de seguridad aun sin consolidarse.
López Obrador, una vez más, pone su interés personal sobre el de México, sobre los 30 millones que votaron por él y le dieron su confianza para cambiar todo lo malo que existía en el país.