Por Víctor Barrera
En México aún se está en espera de que se presente una política económica que reactive de manera general los sectores productivos, para mantener un mercado interno relativamente sano que evite que caigamos en una secesión, como la que empieza a dar señales en los diferentes indicadores económicos.
Los datos más recientes que presenta el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), muestran que la inversión productiva viene a la baja, lo que implica menor cantidad de fuentes de empleo, mayor desempleo y pobreza.
Estos datos precisan que en el mes de febrero se cayó esta inversión en 3 por ciento respecto al mes de enero.
Si lo comparamos con el nivel existente en 2019, antes de la pandemia por el Covid, este indicador se encuentra por abajo en 2.5 por ciento, pero si lo comparamos con el 2015, tercer año del sexenio de Enrique Peña, está demasiado abajo con 15.6 por ciento, lo que nos muestra que este gobierno federal no se ha ocupado por mantener o provocar inversión productiva privada y en lo publica no va más allá de sus proyectos emblemáticos, AIFA, Tren Maya, Refinería Dos Bocas.
Pero deberemos destacar que la inversión privada, aquella que no fomenta el gobierno federal, representa el 86 por ciento del total del país, mientras que la publica solo el 14 por ciento. Esto nos da señales de lo importante es que los inversionistas apliquen sus capitales en el país para la creación de empleos y riqueza que permitan una mejor calidad de vida de todos.
Si existen mayor cantidad de fuentes de empleo esto significa mayor cantidad de recaudación fiscal, que se puede aplicar en la creación de infraestructura de hospitales, escuelas, refinerías, caminos puentes y todo lo que se necesite en el país, para reactivar el mercado interno.
De no reactivarse de manera real el mercado interno, en lo que resta del año, podríamos caer en un estancamiento económico, que para salvarlo tendría que pasar por lo menos otro sexenio aplicando políticas públicas que implican un mayor gasto, pero de no existir la recaudación fiscal suficiente, este esfuerzo se verá mermado.
Hasta el momento México no mantiene las condiciones necesarias para atraer la inversión y así lo mostró la reciente encuesta que elabora el Banco de México entre inversionistas, donde solo el 8 por ciento de ellos señalan que, si invertirán en el país, el 59 por ciento no lo harán porque no existe la certeza jurídica y social para hacerlo y restante aun no está seguro de hacerlo.
En esta encuesta se sigue señalando tres factores fundamentales que evitan la inversión en el país y esto son la falta de un Estado de derecho, propiciada por las “ocurrencias” de López Obrador que significa no respetar ningún acuerdo con los inversionistas, caso como el sector energético, la segunda es la corrupción prevaleciente en México, donde la mayoría de los recursos no se invierten en mejorar la infraestructura suficiente para establecer empresas en todo el país y el tercer problema es la burocracia, que sigue en aumento y que en muchas ocasiones provoca alentar la forma en la cual se abren las empresas en el país.
Como lo anotaba en la anterior entrega, la situación global adversa, también puede traer beneficios y para México se vislumbra en la exportación de productos mexicanos, principalmente por ser socio comercial de la economía número uno del mundo y participar en un tratado comercial (T-MEC), en la zona más importante del continente americano,
El gobierno mexicano debe tener presente la demanda creciente de exportaciones mexicanas por parte de Estados Unidos conduciría a que, simplemente para satisfacerla, es necesario un mayor volumen de inversión.
Pero. lamentablemente. el gobierno no muestra un cambio en lo que respecta a la inversión productiva y esto nos podría confirmar que tendremos seis años perdidos en crecimiento económico, fomento a la inversión y mejor calidad de vida.
Será el próximo sexenio, si no hay continuad de Morena, cuando podamos ver un cambio favorable para la economía de México.