Esta semana podría aprobarse la inclusión del petróleo en el paquete de sanciones que prepara la Unión Europea para Rusia por la invasión que hace a Ucrania.
Lo destacable es que esta ocasión Alemanaza, la mayor economía comunitaria y hasta ahora uno de los socios más reticentes, podría apoyar esta medida.
La prohibición de las importaciones de crudo ruso se prevé que sea gradual, con un periodo de transición, como ocurrió con el embargo al carbón. A principios de abril, al poco de conocerse las escalofriantes atrocidades en la localidad Ucrania de Bucha,
En ese entonces los socios comunitarios acordaron el quinto paquete de represalias que, por primera vez, atacaba a la energía rusa.
El giro de Berlín supuso un golpe de efecto que tomó por sorpresa a muchos socios, pero el Gobierno de coalición del socialdemócrata Olaf Scholz ya había dejado rentrever la decsion. El ministro de Economía y Clima, el verde Robert Habeck, aseguró en una visita a Varsovia la semana pasada que el embargo al petróleo era “manejable”. Al día siguiente, el portavoz del Gobierno tuvo que aclarar que eso no quería decir que Alemania pudiera prescindir del crudo de la noche a la mañana. Pero sí dentro de unos meses, quizá bastantes menos de los que al principio habían calculado los expertos, que apostaban por finales de año para dejar de pagar a Putin por el crudo ruso.
Las gestiones de Habeck para buscar alternativas han surtido efecto. Cuando Moscú lanzó la invasión, Alemania importaba el 35% del petróleo de Rusia. Dos meses después, ese porcentaje ha bajado al 12%. Las empresas importadoras han conseguido cerrar tratos con otros proveedores. Queda un único agujero negro: la refinería de Schwedt, en el Estado oriental de Brandeburgo, que funciona con el tipo de crudo que exporta Rusia y donde no hay incentivos para buscar sustitutos: la propiedad mayoritaria está en manos de Rosneft, la petrolera estatal rusa.
Alemania no podrá independizarse de Moscú mientras Schwedt, una ciudad de 35.000 habitantes de la antigua RDA donde la refinería es el mayor empleador, siga conectada al oleoducto que le bombea crudo directamente desde Rusia. El tubo se llama Druzhba, amistad en ruso, y es uno de los más largos y de mayor capacidad del mundo. El ministro Habeck ha sugerido que el Gobierno puede llegar a tomar el control de la refinería, como hizo el mes pasado con la filial alemana de la gasera estatal rusa Gazprom.
La nueva ley de seguridad energética, aprobada por el gabinete de Scholz hace unos días, permite incluso la expropiación en caso de amenaza a la seguridad del suministro. Tras su paso por el Bundestag, puede entrar en vigor a finales de mayo. Si se produce el cambio de operador la refinería se alimentaría con crudo llegado por barco al puerto de Rostock. Schwedt abastece a gran parte del Este de Alemania, incluido Berlín. Produce gasolina, diésel, combustible de calefacción y queroseno para los aviones. Habeck ha advertido de que prescindir del petróleo ruso generaría precios más altos y quizá cuellos de botella, pero “ya no conduciría a una catástrofe total”. El cambio de discurso en cuestión de semanas ha sido notable.
La Comisión Europea, encabezada por la alemana Ursula von der Leyen, quiere presentar cuanto antes el borrador de un nuevo paquete de sanciones para aumentar la presión sobre el Gobierno de Moscú.