Por Víctor Barrera

Lamentablemente estamos pasando de una incipiente fortaleza del Estado de derecho a una interpretación más política de la justicia y esto en el corto plazo podría convertirse en un problema que tendríamos nuevamente reformar para establecer el camino correcto.

Es cierto que cuando existe un cambio de régimen este busca una continuidad en su quehacer político, pero no se puede hacer una continuidad violentando los derechos más fundamentales de la población, porque entonces pasamos a regímenes de gobiernos autoritarios o dictatoriales.

Y esta evolución política que ahora presenciamos nos ha demostrado que empezamos a destruir todo aquello que permitía ir creciendo a un Estado de derecho más fortalecido, aunque mantenía deficiencias. Pero ahora la opacidad o falta de transparencia regresaran ante la extinción de los organismos u órganos autónomos.

Es probable que ahora la regulación y la mediación política sea vea trastocada para dar entrada a un desorden donde esa falta de rendición de cuentas y la opacidad en el manejo de recursos públicos sean nuevamente el caldo de cultivo de la corrupción, algo que se había prometido erradicar del país.

Si a esto se suma una imposición de la ley con sesgos políticos, el recurso legal se convierte en el principal enemigo de quienes no cuentan con el respaldo de la administración federal, estatal o municipal.

El desarrollo que vemos de la manera de hacer política y la forma de aplicarla para colocar a la justicia como simple herramienta para amenazar, dejando al arbitraje jurídico fuera de las discusiones, nos muestra el camino sinuoso que empezamos a andar.

Regresamos a los tiempos donde los intereses de un pequeño grupo están encima de los intereses de las verdaderas mayorías, y donde los políticos nuevamente juegan el papel principal, aunque esto sea un efecto negativo en la búsqueda de una democracia real y representativa.

Porque la desaparición o debilitamiento de los órganos de regulación económica, como la Cofece, el IFT o el INAI y otros tres órganos autónomos, sumado a la ampliación del catálogo de delitos considerados como que ameritan prisión preventiva, y una reforma al poder judicial encaminado a ser comparsa total de las decisiones del gobierno amplían la utilización del poder de manera discrecional y arbitrario.

Si nos consideramos un país con pluralidad política, una economía con un sector fuerte nos muestra que somos un mosaico complejo para gobernar. Pero si esto lo resumimos a establecer una autocracia y autoritarismo, el camino que nos ofrecen es un retroceso por varias décadas o siglos quizás.

Espero que esto tarde aún mucho en establecerse, pero para ello se necesita una oposición fuerte, pero que esta oposición si vele por los intereses de todos los mexicanos y no por los propios. Porque cambiar régimen cada seis años, también provoca una restructuración y creación del país cada cierto tiempo.

México es una nación grande, rica y con potencial en cualquier área, debemos observar esto y trabajar en ello o de lo contrario de seguiremos un camino ominoso que será difícil de salir.