Por Víctor Barrera
Cuando las cosas comienzan mal, es seguro que el resultado final será totalmente negativo y afectará no solo el objetivo principal de lo que se pretendía llegar, sino provocará un desequilibrio del proceso para llegar a ese objetivo y todo eso se convierte en caos.
Esto está pasando con las modificaciones de ley y reformas constitucionales para establecer al nuevo Poder Judicial en nuestro país.
De entrada, los legisladores, que son uno de los tres poderes de la unión, asumen que su trabajo va más allá de crear y modificar leyes que permitan la convivencia social pacífica y que aliente, a través de una certidumbre jurídica, el desarrollo económico del país. Poque ahora pretenden con la iniciativa de “supremacía constitucional” que las reformas, a las Constitución Política del país, que ellos realicen, nadie pueda modificarlas, sino solamente este poder. Con ello, anulan el trabajo principal del Poder Judicial que es cuidar y defender que ninguna ley sea superior a lo establecido en la Constitución.
Y esto es lo que están realizando los legisladores del partido oficial y sus aliados, porque sus modificaciones constitucionales se basan principalmente de leyes secundarias, como la ley de amparo, y con ello violentan derechos fundamentales de muchos mexicanos.
Los legisladores de Morena y partidos aliados pretenden hacer de la Constitución, simplemente una serie de reglas, como de un juego de mesa, que podrá modificarse y adecuarse a las circunstancias que el Poder Ejecutivo necesite, Pero a su vez, se proclaman como el único poder para modificar esas leyes y ningún otro poder podría modificarlas.
Esto coloca al Poder Legislativo por encima de los otros dos poderes, y abre la puerta para que este poder establezca nuevas leyes a su favor y ellos se conviertan en los verdaderos administradores del país.
Y aunque el mismo Poder Legislativo ha reconocido que esto trae consigo diversas contradicciones legislativas, se mantiene en proceso las modificaciones constitucionales, prometiendo que en las leyes secundarias se realizan las adecuaciones suficientes para sustentar los cambios.
Esto provoca a su vez una incertidumbre preocupante para cualquier Nación, porque con ello se desalienta la intención de inversión en nuestro país y por supuesto se condena a crecimientos económicos bajos que no permitirá el desarrollo social de su población.
Nuestros legisladores están olvidando que en la redacción de cualquier ley se debe evitar su abstracción, la generalidad y la bilateralidad de las normas porque esto provoca lagunas legales que son precisamente un caldo de cultivo para una mala aplicación de la ley que deriva en corrupción.
Por tanto, los legisladores del partido oficial y aliados simplemente están ofreciendo un cambio constitucional cosmético, Porque no se han atrevido a establecer los límites y alcances de sus propias modificaciones dejando abierta la puerta para la corrupción de los nuevos ministros, magistrados y jueces.