Por Víctor Barrera 

La situación convulsa que se vive en algunas zonas del mundo debe permitirnos a los demás analizar esa situación y proceder de una manera prudente al interior de cada nación, con el objetivo de evitar que esto pueda propagarse y derivar en un ambiente que ninguna nación favorece. 

En México, ante la falta de una apertura al diálogo, no solo del Poder Ejecutivo, sino en el interior del Poder Legislativo, podría causar un enfrentamiento entre poderes con un alto riesgo de una crisis constitucional. 

Esto podría traer algunas cuestiones negativas para el país, que derivarían en una crisis económica y financiera, por la falta de certidumbre jurídica en México. 

Por tanto, la voluntad política del Poder Ejecutivo y la mayoría al interior del Legislativo, debe ser el elemento que construya el dialogo y con ello disipar las diferencias existes, aun en el rediseño de un Estado, como la situación que actualmente vivimos en México. 

El cambio por imposición, jamás ha sido una solución, porque esto demuestra solamente la debilidad de la democracia y constitucionalidad de un país y la invisibilidad de muchas personas. 

Si este nuevo Estado, pretende trabajar bajo las reglas de la democracia y no la imposición, es oportuno abrir el dialogo y crear las condiciones suficientes para evitar lastimar la economía nacional, que sea de paso, también se encuentra en cuadro de fragilidad. 

La democracia no solo es escuchar la voluntad de la mayoría, sino converger con las minorías quienes también piensan y pueden ayudar a crear mejores condiciones de convivencia. 

Para llegar a ello es suficiente con evitar las descalificaciones y sentirse superior a los demás. No se puede caer en la argumentación de «así lo hacían los de antes” porque entonces caeremos en escenarios de venganza que no ofrecen soluciones adecuadas a los conflictos. 

Sin duda que tanto el Poder Ejecutivo y la mayoría en el Legislativo deberán actuar con apertura evitando descalificaciones que podrían convertirse en linchamientos sociales que son perjudiciales en una sociedad democrática. 

Las diferencias ideológicas se concilian con el dialogo esto podría ayudarnos también a enfrentar, unidos, los retos presentes del país y lograr el objetivo común.  Una mejor calidad paras todos los mexicanos y un país más justo y equitativo.