Por Víctor Barrera
Aun cuando en las más recientes entregas de las encuestadoras, en su mayoría coloca a López Obrador entre un 62 y 67 por ciento de aceptación, esto no es indicativo que la percepción de la ciudadanía sea una aprobación total, ante la situación económica, social y de salud que se vive en México.
Esto lo entiende bien el político tabasqueño que desde el año el 2019, cuando se desato de manera implacable el Covid -19 en nuestro país, su línea de trabajo fue principalmente para minimizar los daños y evitar con ello una crisis social que restaría puntos positivos a su gestión federal.
Esto con el objetivo de ganar el tiempo suficiente que le permita ratificar su mandato en una consulta popular y establecer la última parte de su sexenio con fuerza para cimentar la Cuarta Transformación, entregar el poder a su propio equipo y poder irse a descansar a su finca.
Sin embargo, ese tercio de población que aún no percibe la administración federal del tabasqueño como aceptable, puede ser un elemento que cause aun dolores de cabeza a López Obrador.
Y es que la gente empieza a reflejar un malestar social principalmente porque no ven una recuperación de su economía familiar y ven alejarse las expectativas de crecimientos económicos prometidos para convertirse en preocupaciones porque la economía del país empeore aún más.
El desencanto por AMLO se percibe ya en la “benditas redes sociales” y se expresa con el derrumbe de la estatua erigida en Atlacomulco, Estado de México para honrar al presidente tabasqueño.
Pese a ello, el tabasqueño sigue confiando en su experiencia como “luchador social” y a través de la calidad moral, el nacionalismo desatado y el ejército de incondicionales, mantiene su promesa de que, si en la consulta popular a realizarse los resultados no le favorecen, dejará Palacio Nacional.
Es por ello que también ha establecido la división social como un elemento de apoyo a su gestión, para hacer notar la diferencia, entre los gobiernos que no atendían a los pobres y el suyo que reparte recursos al por mayor, aun cuando no se establezcan los elementos para crear esos recursos.
El encono y la polarización han hecho de la política partidista un terreno infértil, a favor de su proyecto. Ha borrado prácticamente a la oposición que aún no entiende que unidos lograran avanzar y divididos solo dejaran las cosas como están.
López Obrador sabe que una fuerza política como Movimiento Ciudadano puede ser útil para eliminar por completo a la oposición, si MC actúa como una fuerza opositora pero alejada de la otra oposición, y es por ello lo ocurrido recientemente en Veracruz.
Seguir dividiendo es su estrategia y posiblemente dará los resultados esperados, la continuad de su proyecto aun cuando no se conozca exactamente sus objetivos.