Por Víctor Barrera

El enojo del inquilino e Palacio Nacional, sobre  los supuestos boots, que etiqueta a su persona relacionándola con el narcotráfico, realmente muestra que poco le interesa combatir a este cáncer social, porque  esta más preocupado si mismo y no por dar seguridad a los mexicanos.

Es muy probable que esta etiqueta lleva muchas vistas y tendrá aun muchas más, derivado de que muchos mexicanos expresan l oque sienten y los extranjeros están interesados  por saber la verdad de  cómo ha actuado  el macuspano, antes y durante su administración federal.

Los hechos confirman su actuar, y esto debería  ser un elemento  para analizar de parte de todos los ciudadanos mexicanos y decidir en los comicios del próximo mes de junio que rumbo queremos que tenga el país, para los próximos seis años.

Durante este sexenio ha existido una inacción de parte de este gobierno para combatir al narcotráfico, combatirlo no solamente con armas, sino con una estrategia de investigación e inteligencia para  arrestar y enjuiciar a los o las principales cabezas de este llamado crimen organizado.

Sin embargo el tabasqueño pretende cambiar el sentido de la preocupación y minimiza los comentarios de la gente que si esta preocupada ante esta incapacidad presente  de combatir al crimen organizado, reiterando  que son robots que se activan en las redes  y que quieren dañar su imagen.

En egocentrismo es más grande que su obligación y por ello le duele y molesta ser calificado como un amigo del narcotráfico, pero no ha hecho nada para demostrar que no lo es.

Desde el momento de manifestar que los delincuentes también tiene derechos, prioriza esos derechos de extorsionar, de cobrar piso, de fabricar y trasladar no solo drogas, sino armas y hasta  gente para hacer negocio, de apoderarse de  territorios haciendo a sus habitantes empleados sin derechos pero  con obligaciones de pago, olvidándose de los derechos establecidos en nuestra Constitución y que es su obligación cumplir y hacer cumplir.

Sus declaraciones de  “no me vengan que la ley es la ley” solo demuestra que la única ley es la que emana de él. Y su política de “abrazos y no balazos” ha servido para justificar el uso que hace él de las Fuerzas armadas del país.

Así ha convertido en un país, donde  el crimen organizado cogobierna en algunas partes del territorio, donde las autoridades políticas, no son respetadas, porque la ley del crimen organizado esta por encima de la ley nacional.

Es cierto que recibió un país con una situación grave, pero  no ha hecho absolutamente nada para remediarlo, sino al contrario ha permitido que la situación empeore.

La ausencia de un Estado y sus leyes permite que el crimen organizado avance y logre  capturar a las autoridades políticas, que  a través de alcanzar una posición más alta,  solo voltean la cara y no quieren ver  el desorden y se convierten en cómplices, saludando la delincuencia, se arrodillan ante  esta y festejan con ellos sus triunfos.

El tabasqueño entiende que  su incapacidad o irresponsabilidad le puede hacer perder el poder y con ello no tener con que negociar ante un enemigo que lo ha hecho crecer y que  podría convertirse en su verdugo.

Ahora a los ciudadanos corresponde decidir el futuro de nuestro país  y mantener la posibilidad de seguir haciéndolo durante muchos años más o permitir  ser rehén de los  intereses de grupos criminales