Por Víctor Barrera
Los resultados recientes sobre la prueba PISA, nos muestra que en una administración sin objetivos u hoja de ruta a seguir, simplemente iremos como una pequeña barca en el océano, donde las olas y el viento nos lleven sin saber a donde llegaremos.
Y esto es precisamente lo que ocurre en México, donde la promesa del cambio se que do así en promesa y no hemos visto ningún resultado positivo para el beneficio de todos, más allá de los aumentos salariales que sirven más como herramienta electoral que como verdaderos motores de movilidad social.
Lamentablemente hoy la política, en México, se ha convertido en un mercado donde la competencia no es más que una contienda por puestos y presupuestos; que, nos muestra a sus actores principales, candidatas y partidos políticos, con carencias ideológicas y políticas. Una clase política que puede violentar sus propios acuerdos, las normas, reglas y leyes constitucionales simplemente por el objetivo de alcanzar el poder. Cayendo en la opacidad tras los arreglos que realizan a espaldas de la población.
Esta política es cada vez más hueca y con tintes frívolos, que permiten el cinismo de los poderes fácticos y formales, porque aun cuando existen reglas para limitar sus privilegios, esta clase las rompe.
Es quizás por ello que México esta clase política mantiene a México en donde la mayoría de la gente prefiere negar y no ver lo que ocurre, porque no hay de dónde escoger.
Pero debemos recordar que aun tenemos una herramienta importante para detener que se derrumbe nuestra, aun, incipiente democracia, que nos ha permitido en tan solo un cuarto de siglo cambiar tres veces el régimen que nos gobierne.
El sufragar y salir a hacerlo no es solo un derecho sino una obligación para hacer entender a la clase política que, mientras no cumpla con lo prometido seguiremos cambiando de régimen político.
Pero también deberemos empezar a presionar a nuestros “representantes”, para que no sean más lo empleados del presidente de la republica en turno, si no que en verdad sean representantes de la gente, para resolver los problemas que prevalecen en el país, sin ocurrencias, ni caprichos.
Como ha sucedido en otras ocasiones, la sucesión presidencial nos permite realizar una reflexión crítica, pero hoy es indispensable reconocer que el voto es la herramienta mas poderosa para evitar que caigamos a un mas en la banalidad, donde a pesar de saber que nos miente esa clase política, seguimos pensando en que podría cambiar.
Es tiempo de conocer y analizar el trabajo de su alcalde, su concejal, diputado local, federal, su senador y si no lo convence decirle no con el voto, pero también deberemos evitar que estos personajes se sigan enquistando e ir eliminando aquellos que llevan seis años o mas en puestos públicos que solo ha servido para su beneficio y no para la comunidad, estado o para el país en general.