Por Víctor Barrera
Hoy, oficialmente, se da inicio a las pre-campañas políticas, y estas servirán para no solo recorrer el país, sino conocer a quienes en diferentes formulas, podrían acompañar a las candidatas y el candidato, en los próximos meses para alcanzar no solo la presidencia, sino escaños en el Congreso de la Unión, en algunos Congresos locales y alcaldías y espacios en los cabildos.
Por tanto los tres personajes que van por el máximo puesto publico del país, deberían empezar ya a ejercer su poder y tener la facultad de decidir a sus propios candidatos, sea porque tienen ese arraigo en cada zona, o comunidad de México, o porque tienen la capacidad para consensuar y poder establecer las políticas publicas que definirán el rumbo del país para los próximos seis años.
Sin embargo, ninguno de los tres han podido siquiera demostrar un poco de distancia hacia quienes las y lo eligieron para estar en esa posición.
Lo que es cierto es que quien sea elegida como titular del Poder Ejecutivo recibirá un país polarizado, con una deuda elevada e histórica, con altos niveles de violencia una gran parte del país administrada por organizaciones criminales, problemas que de no resolverse rápidamente podríamos caer en una verdadera ingobernabilidad, que significará salida de capitales, mayor debilitamiento de los sectores productivos por la falta de recursos económicos que los fortalezcan.
Por lo tanto, la solución es tener un gobierno fuerte, no autoritario, un gobierno que aplique recursos públicos, no los derroche, en áreas que permitan recuperar la confiabilidad de los inversionistas y políticas publicas claras que atraigan capitales, para reestablecer el circulo virtuoso de la economía, crear riqueza, que se conviertan en empleos con salarios verdaderamente competitivos, para fortalecer el mercado interno, con el consumo que permita una mayor producción y a su vez se puedan exportar esos productos que permitan mayor recaudación fiscal y por supuesto mejores servicios que ofrezca el gobierno.
Por más que insita López Obrador en su preocupación sobre el legado que dejará y la continuidad de su Cuarta Transformación, en los hechos parece todo lo contrario.
No ha permitido a su candidata, demostrar sus capacidades, porque él sigue mandando, la elección de quienes la acompañaran esta siendo realizada por López Obrador, por lo que Sheinbaum tendrá muy pocas personas de confianza en los gobierno estatales, en el Congreso de la Unión y en los Congresos locales. Porque todos seguirán mirando a López Obrador como la persona que decidirá en los próximos seis años.
En tanto Xóchitl Gálvez, tampoco se ha podido desmarcar de los dirigentes de los tres partidos que la deben acompañar y no mandar, porque quien será responsable de lo que ocurra en México, en caso de ganar las elecciones, será ella y no los dirigentes de los partidos políticos.
La simulación de la equidad de género ha quedado descubierta, porque al final quienes mandan sobre los posibles candidatos en los puestos públicos a disputarse son López Obrador y los dirigentes de los partidos.
Es cierto que las propuestas de las candidatas estarán enfocadas a dar solución a los mismos problemas, pero deben empezar a establecer sus propias ideas, para que la gente en verdad las conozca, y no se refieran a ellas como la candidata de López Obrador o de los partidos políticos.
Deberán empezar a manifestar que sus soluciones estarán muy lejos de una continuidad en el gobierno o el respeto a los dirigentes de los partidos políticos.
Porque, repito, la realidad será la misma para los dos, un país con altos niveles de violencia, una división social creada por las ideologías políticas, arcas hacendarías vacías y proyectos de infraestructura catastróficamente inviables, además de un sistema de salud y pensiones disfuncional, que requerirán recursos inimaginables para reestablecerse.
Por ello, ambas candidatas deberán rodearse, a diferencia de López Obrador que se rodeó de incompetentes que tenían más lealtad que toma de decisiones, de gente con capacidades para ofrecer la detonación de la potencia de crecimiento que en verdad tiene México.
Pero lo más importante será buscar la unidad que permita la gobernabilidad pacifica en el país. Para gobernar para todos y todas, y no solo para aquellos que muestren obediencia ciega.
Del candidato Samuel García, por el momento poco se puede hablar, porque será difícil que remonte el 7 por ciento que dice Dante Delgado tener en su partido político MC y se desligue del mismo Dante.