Por Víctor Barrera
El presidente ruso, Vladimir Putin, lanzó su apuesta expansionista y estamos cada vez más cerca de presenciar una guerra entre Rusia y Ucrania que posiblemente involucre a otras naciones.
Esta posible guerra pondrá a prueba la fortaleza económica de muchas naciones como México donde se deberán establecer estrategias que permitan sacar lo más positivo de un conflicto altamente negativo a nivel mundial.
Deberemos recordar que los mercados financieros son los principales afectados ante las guerras, los precios de los productos financieros se elevan y el intercambio comercial se cierra únicamente entre naciones que tienen la capacidad de solventar estos costos.
Entonces será necesario que este gobierno empiece a pensar como llegar a la unidad nacional y no seguir dividendo al país, o de lo contrario caeremos un más en un torbellino económico que para salir serán necesarios varios años.
Lamentablemente hasta ahora a México le hace falta ese líder que, con el discurso de la unidad, de una estrategia que permita controlar los posibles daños, permita tener un menor impacto negativo, de un conflicto que en el mapa se ve muy lejos, pero en los hechos, sobre todo comerciales, está muy cercano.
Otro mercado que de inmediato reacciona es el energético, y así lo hemos visto en las últimas semanas donde el precio del crudo se ha elevado, principalmente porque de estallar el conflicto bélico los vehículos de guerra, tanques, barco y aviones, necesitan de los energéticos.
Debemos señalar que el continente europeo la mayor parte del gas que importa viene de Rusia. El petróleo, principal insumo de los energéticos casi llega a los 100 dólares y esto presiona los precios de todos sus derivados.
Estos precios del petróleo tiene efectos diversos para México, el costo del rudo mexicano se eleva, lo que podría ser positivo para las finanzas públicas nacionales, sin embargo el precio de las gasolinas y diesel también se eleva, lo que es negativo porque México sigue importando más del 80 por ciento de estos combustibles.
A esto se suma que el gobierno federal tendrá que inyectar mayor cantidad de recursos para subsidiar los precios de estos productos, que serán cada vez más escasos, a esto se suma que las arcas recibirán menor cantidad por el pago del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS).
Al no contar con estos ingresos, el gobierno federal tendrá que dejar de subsidiar el precio de los combustibles o echar mano de la aplicación de un mayor número de impuestos que directamente se sentirá en los bolsillos de los mexicanos, especialmente para los más pobres.
Todo esto provocará nuevamente presiones inflacionarios, por el incremento al precio de todos los productos, que derivará en que el Banco de México mantenga su política monetaria restrictiva elevando el costo del dinero, ocasionando que muchas medianas, pequeñas y microempresas no puedan adquirir créditos para tratar de sobrellevar el efecto de la guerra y el desempleo volverá a mostrar niveles altos, y con ello la recuperación económica tardara aún más.
Por ello es necesario que en México tenga ese líder capaz, repito, de llamar a la unidad para poder sobrellevar el conflicto bélico en caso de darse o el transcurso de una guerra fría, donde las sanciones comerciales para algunos países, podría derivar también en presiones económicas para el mundo.
La ausencia de un liderazgo nacional no implica que México se desconecte del mundo, simplemente es entrar en un hecho donde los resultados negativos serán mayores a los posibles positivos.