Por Víctor Barrera
No cabe duda que la estrategia de Andrés Manuel, para trascender su proyecto por lo menos en el siguiente sexenio está dando resultados.
Porque ahora la forma como se han mostrado las “corcholatas” en sus precampañas que no son precampañas, se ha distinguido por presentarse como los más obsequiaos hacia el “jefe”, su familia o su proyecto y con ello ganar la confianza suficiente, para en el momento de la decisión final, tener el respaldo del “jefe”.
En esta modalidad que ha implementado el tabasqueño donde el activismo político favorece a su partido Morena y por su puesto a su figura, le permite sentirse confortable ante la posibilidad de avanzar más en el ánimo del electorado en comparación a la oposición, que aún están en espera de que el árbitro electoral actué por estas pre campañas.
López Obrador buscará la forma de hablar de las precampañas, aun cuando señale que no lo hará, porque sabe que las preguntas sembradas estarán enfocadas a seguir subrayando que la 4T debe continuar o de lo contrario se perderá lo que en estos cinco años se ha avanzado, que realmente es nada.
El dedazo en la modalidad de López Obrador mantiene fuerte la autoridad del presidente en funciones y permitirá al nuevo presidente o presidenta recibir el cargo pero el verdadero poder estará en otras manos.
La guerra de facciones y camarillas puede ser controlado por López Obrador a través de las opiniones que a lo largo de estos meses exprese de cada aspirante y con ello mantendrá la unidad del partido político y sus partidos aliados evitando que la disidencia interna se convirtiera en oposición electoral al candidato oficial como ocurrió en Coahuila.
De tal forma que el nuevo titular del poder Ejecutivo tendrá la fuerza que el tabasqueño herede pero manteniéndose en un principio con un nivel menor de popularidad.
Así permitirá al tabasqueño mantener un gran número de personas cercanas a él dentro del nuevo gabinete presidencial, además de tener a sus “corcholatas” al frente de las coordinaciones en el Congreso de la Unión, esto a través de los “premios de consolación” que estipulo en la contienda de los aspirantes.
La clave de esta estrategia es mantener el control sobre Morena y acotar el poder presidencial de la “corcholata” ganadora. Se presentará como el “asesor” externo de la 4T y con ello revivirá la época del “Maximato” durante varios años más, como lo hiciera el ex presidente Plutarco Elías Calles.
El tabasqueño podrá entregar la banda presidencial, pero no todo el poder. El inquilino de Palacio Nacional quiere seguir concentrándolo el poder para evitar problemas e investigaciones por el uso de los recursos públicos.