Por Víctor Barrera
Mientras que el llamado Plan b de Andrés Manuel López Obrador no sea aplique podemos estar tranquilos que nuestra democracia y nuestras libertades fundamentales siguen a salvo, cuando se apliquen estas modificaciones entonces si podremos perder esas libertades.
Lamentablemente este plan b salió casi completo, a excepción de la llamada “vida eterna” para los partidos políticos que conocemos como rémoras, aquellos que solos no alcanzan el porcentaje necesario para mantener sus registro como institución política, pero esto podría ser aprobado en los próximos años en caso de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) no haga cumplir nuestra Carta Magna y darle curso a las impugnaciones que presentaran los partidos de oposición y posiblemente también la sociedad civil.
Los mexicanos no podemos permitir que se dé un golpe de estado, a través de permitir que el gobierno federal sea nuevamente juez y parte en los comicios electorales, porque como es lógico todos los resultados de los comicios caerán a favor de Morena, y se reinstalara un gobierno autoritario, dictatorial, como el que ejerció el PRI durante casi la toda la segunda mitad del siglo pasado.
Debemos entender que a lo largo de todas las acciones y dichos de López Obrador nos mostró que es un personaje al cual le interesa ejercer el poder y mantenerlo por varios años más.
Desde aquellas declaraciones de “el movimiento soy yo”, “al diablo con las instituciones” y “no me vengan con que la ley es la ley” nos mostró sus intenciones de ser el nuevo jerarca político por muchos años, como si le hiciera un favor al país.
Otras acciones como el empoderamiento de las fuerzas armadas, para irlo dirigiendo hacia el servicio de un proyecto político y no para realizar las acciones que son de suyas inherentes.
El titular del poder ejecutivo entiende que teniendo de su lado a las fuerzas armadas cualquier movimiento social puede ser debilitado y destruido bajo el pretexto de cuidar la gobernabilidad del país, por ello la decisión de tener demasiado cerca de las fuerzas armadas y otórgales beneficios económicos para que se sientan comprometidos a obedecer los designios del Ejecutivo Federal.
A esto se suma la nula acción de enfrentare al crimen organizado y declarar que permitir que estos grupos tengan cierto poder en algunas zonas, permite el desarrollo de las mismas y la paz social.
Esto nos muestra que la sociedad civil si no se organiza, si no exige que se respeten los derechos fundamentales y que no se modifiquen leyes para favorecer al poder y no a la población podremos convertirnos en simples espectadores sin voz y participación en las decisiones fundamentales para el desarrollo del país.
López Obrador ha ido destruyendo y conquistando esos organismos autónomos que se crearon para detener el excesivo poder del presidente en turno, para volverlos simplemente en apéndices del gobierno y decidir a favor del mismo o no aplicar acciones en contra de este.
López Obrador ha creado un camino para en pocos años mantener ese poder y solo compartirlo con quien la crea le conviene este al frente del poder Ejecutivo del país, pero también bajo sus órdenes.
Es por ello, que es importante que la sociedad civil salga a exigir el respeto a sus derechos fundamentales a evitar ese “golpe de estado” que podría condenar a las próximas generaciones a vivir una dictadura disfrazada de democracia.
Esto si pone a temblar a López Obrador, la organización, el perder el poder y ser auditado su gobierno y posiblemente sancionado con lo que el prometió hacer con los anterior ex presidentes, la cárcel. Como dice si nada debe, nada teme y por eso mismo se le pide no destruya al INE que hasta ahora ha sido un verdadero garante de nuestra democracia.