Por Víctor Barrera
Cuando se inicia una labor y no se establecen los objetivos para alcanzar en el corto, mediano y largo plazo, este proyecto es simplemente como un barco a la deriva, sin rumbo y en espera de llegar a buen puerto, por suerte y no por labor.
Esto ocurre en México, donde esta administración federal no ha establecido de manera real sus objetivos, y siempre los baso en expectativas más de fortuna que de trabajo.
Esto quedo demostrado ante la grave crisis económica derivada de la pandemia del covid en el 2019 y que se tradujo en una caída económica del país de 8.5 por ciento.
Ahora que empiezan a darse los resultados económicos del 2022, es probable que esta administración intente mostrarlos como un triunfo, sin embargo deberemos analizar con más detalles los mismos y observar que estos resultados solo siguen siendo una reacción de “rebote” de la caída económica y que estos solo nos acercan a la situación economía de México en el 2018.
En días pasados se dio a conocer un resultado aproximado de lo que se espera del crecimiento económico del 2022 y este se ubico en 2.9 por ciento, que ha simple vista se observa como algo alentador, pero repito, esto solo es un acercamiento a la situación del 2018.
Hoy se informa el nivel que muestra el Índice Nacional de Precios al Consumidor, como indicador de la inflación general, dato que arrojo 7.94 por ciento anual durante la primera quincena del mes de enero.
Este dato es totalmente adverso si lo comparamos con el crecimiento esperado, y muestras que este es insuficiente ante el incremento del precio de los productos.
Pero será hasta el martes de la próxima semana cuando se la estimación oportuna del Producto Interno Bruto (PIB) al cierre del 2022, que si bien es información del año pasado, podrá mostrar que tan dinámica o desacelerada llega la actividad económica a este 2023.
Las estimaciones hablan de una expansión del PIB que podría estar cerca de 3% para todo el 2022, pero con la posibilidad real de una desaceleración para terminar el año con un crecimiento de apenas 1% o menos. Todo eso hasta ahora son pronósticos. Los primeros datos por parte del Inegi sobre el comportamiento de la economía este año llegarán con algunas encuestas de confianza de los agentes económicos durante los primeros días de febrero.
Después llegaran los resultados sobre ventas de autos de enero y para mediados de febrero llegará uno de los nuevos indicadores experimentales del Inegi que permitirá tener una primera fotografía de la actividad económica de enero.
En ese mismo tiempo conoceremos el comportamiento de la inflación del mes de enero, algo que será un indicador importante para estimar la política monetaria del Banco de México.
A esto deberemos agregar que la Secretaría de Hacienda publicará al cierre de este mes el informe sobre las finanzas y la deuda públicas y con ello se tendrán los datos suficientes para que esta administración federal permita trazar el rumbo económico del país para este 2023.
Hasta ahora, la expectativa es que tendremos un 2023 con menor inflación, con tasas que se mantengan altas al menos durante el primer semestre antes de iniciar un descenso y una economía que claramente se va a desacelerar, en esperar de no llegar al nivel de recesión.
Es por ello que reestablezcan estos objetivos de corto, mediano y largo plazo, y no solamente andemos navegando sin rumbo en un mundo global convulsionado económicamente.