Por Víctor Barrera
Es indudable que existen dos México, el primero que vivimos la mayoría de sus pobladores, con un panorama no muy halagador, pero que cada día salimos a tratar de mejorar nuestra situación, pese al gobierno federal que sigue empeñado en destruir todo lo que hasta ahora se ha logrado.
El segundo es el México que solo existe en la imaginación de López Obrador, “pejelandia” construido bajo la serie de promesas que ahora solo cubre bajo las excusas de “no somos iguales”, “los conservadores y sus aliados no quieren que avancemos” y una serie de diatribas hacia quienes no quieren ver el México que el ve, el imaginario, el que en verdad no existe.
Pero que quiere seguir vendiendo y que solo se lo compran aquellos que se sienten obligados a hacerlo, sea porque reciben dadiva a través de programas sociales, que lamentablemente no los sacan de la pobreza, o porque saben que de caerse esta falsa política, no tendrán cobijo en algún otro partido político porque al igual que su “jefe” denostaron lo que antes aclamaban y les servia para vivir dentro de la clase política.
Esos chapulines políticos que los mismo usan la cachucha de revolucionarios, o de izquierda, o ecológicos o trabajadores; el fin es solamente asentir ante las palabras de su jefe para mantener su “hueso”. Navegan bajo la frase Groucho Marx “Estos son mis principios y si no le gustan, tengo estos otros”, porque lo más importante es mantenerse en la nomina publica, porque no saben hacer otra cosa.
Por ello es probable que el ocaso de López y sus secuaces termine en unos cuantos meses más, porque no hay fundamentos u hechos que puedan sostener su continuidad.
Reiteró las promesas, ahora mentiras fueron tener un crecimiento anual por encima del 6 por ciento, para dejar atrás esos crecimientos “mediocres” del 2 por ciento, de los gobierno “neoliberales”. Crecimientos que nos dieron cierta estabilidad y la posibilidad de crecer aun más. La realidad es que al final del sexenio el promedio del crecimiento económico del país no alcanzara ese “mediocre” dos por ciento y no habrá creación de riqueza.
Prometió trabajar para los pobres, pero no ha aplicado alguna política publica a favor de fomentar la apertura de mas empresas, principalmente por su disfrazada aversión a el sector empresarial, para crear empleos y con ello riqueza que pudiera significar mejores salarios en el país. A cambio incrementó y creo nuevos “programas sociales”, más electorales que otra cosa, y repartió pobreza con ellos.
Prometió un sistema de salud con capacidad de cubrir a toda la población, que habría medicamento y estancias hospitalarias para todos, pero ha sido todo lo contrario, destruyo el sistema que teníamos eliminado al seguro popular lanzando al desamparo para su salud a más de 17 millones de personas que ahora tiene que pagar consulta y medicamentos para cubrir esta necesidad.
Dijo que acabaría con ella y aplico su política de “abrazos y no balazos”, manifestó que los criminales también tienen derechos y esto motivo a las organizaciones criminales a tomarlo como Patente de Corzo para apoderarse de más del 30 por ciento del territorio nacional. Donde el crimen aplica sus reglas y administran las riquezas y a sus pobladores. A cambio solo decreta que el crimen en México se ha terminado aunque este más fortalecido y esto se ve en la presión sobre el mismo gobierno federal.
Prometió que acabaría con la corrupción, pero esta se ha incrementado y hemos visto como gente, cercana al inquilino de Palacio Nacional son ahora empresarios millonarios, y cada día nace un millonario más, amparado bajo la cobija de la 4T.
Argumento que habría ahorros importantes para el beneficio de la gente, pero solo hemos observado como se ha despilfarrado grandes cantidades de recursos en obras que no se concluirán completamente en este sexenio, pero serán un fardo bastante pesado las próximas administraciones o simplemente las dejaran convertirse en chatarras, como el Metro de la Ciudad de México por falta de mantenimiento.
Este México imaginario debe terminar y los pobladores del país, deberemos empezar a trabajar para reestablecer el camino que habíamos tomado donde, lentamente, íbamos creciendo y mejorando la calidad de vida de todos.