Por Víctor Barrera
México no puede crecer por optimismo o sustentándose en las remesas que mandan los mexicanos que por diferentes circunstancias tienen que salir del país, siendo la principal, la falta de un trabajo que puedan desarrollar y continuar con su crecimiento profesional.
López Obrador sigue pensando que México podría crecer en los tres años que retan en un promedio de 5 por ciento cada uno para poder tener un promedio entre el 2 y 3 por ciento sexenal, algo que de entrada quedará muy lejos de su promesa decrecimiento del 6 por ciento.
Alguien deberá señalarle que sus declaraciones pueden ser una herramienta de su propia destrucción política, ya que estamos cercanos al 2024 y las promesas pueden ser muchas, pero si estas no se cumplen el hartazgo de la gente de solo escuchar mentiras puede revertirse y en los comicios del 2024, su movimiento podría perder lo ganado hasta ahora.
Probablemente López Obrador ya cumplió al encaminar a sus hijos en sus carreras empresariales y políticas, por lo que lo demás es un punto que no desea tocar, De tal manera que, si tendrá un lugar en la historia como uno de los sexenios peores de México, donde el crecimiento de la pobreza fue importante, la pauperización del salario contundente y la inflación incontenible.
Aunque siempre está la salida fácil, echar la culpa a los demás y señalar que no le permitieron realizar las cosas como deberían ser, aunque él tenía todo lo suficiente para hacerlo.
De acuerdo a las previsiones de los analistas, que realiza de manera cotidiana el Banco de México, la mayoría de ellos rectifica estas y señalaron que México en este año alcanzará un crecimiento de 2.2 por ciento, esto si las cosas no empeoran.
Adelantan que para los dos años restantes este crecimiento podría estar en 3 por ciento, lo que dejaría un crecimiento promedio sexenal por abajo del 1 por ciento, algo que no teníamos desde el sexenio de Miguel de la Madrid.
Es por ello que seguiremos insistiendo que aún está a tiempo de dar un cambio a su política económica establecida y mejorar las condiciones para atraer a los inversionistas que permitan desarrollar más rápidamente la infraestructura y modernización tecnológica de las plantas productivas del país.
Si no existe la inversión adecuada para este crecimiento, no habrá tampoco la recaudación suficiente para poder otorgar los programas sociales, que se han implementado para apoyar a grupos vulnerables y la pobreza empezara a crecer aún más.