Por Víctor Barrera

La descomposición democrática que sufre México es consecuencia de la ambición de poder de una sola persona que quiere de una u otra forma pasar a la historia. 

Lo que no sabe esta persona que ya labro su paso a la historia, pero como el peor presidente de la época moderna del país. 

Indudablemente este presidente ha arrastrado a sus legisladores, quienes conforman la alianza “Juntos Haremos Historia”, Morena, PT y PVEM, como la peor legislatura y la sumisión de un poder ante otro. 

Los mexicanos debemos alzar la voz y decir, ¡basta de tanta tontería! que ha llevado al país a una crisis económica que pudo haberse menguado con la aplicación de políticas públicas a favor de la gente y no solo para la idolatría de una persona. 

El debilitamiento que ha hecho esta administración federal de las instituciones, del Estado de Derecho y la contracción del gasto público en rubros como el de salud y el de educación, nos lleva a retroceder varias décadas y ubicarnos en la época donde el gobierno era controlador y nadie hacia nada al respecto, so pena de salir de la nómina gubernamental. 

En estos tiempos, la forma de hacer política ha cambiado, pero a favor de la ciudadanía, la creación de órganos e institutos ciudadanos para evitar que el presidencialismo fuera totalmente arrollador nos ha dado resultados, al grado de que quienes ahora quieren controlar y mantener el poder, lograron ascender a este. 

Pero ante la ambición de mantener ese poder, llevado más por la venganza que por la razón, pretender modificar la institución, el INE, que ha permitido mantener a este país bajo un régimen de democracia. 

En estos días que se discute el Plan B y posiblemente el Plan C, los mexicanos vemos como legisladores que se deben a la población, a la ciudadanía que los eligió para que sean representados, solo caen en el denigrante servilismo y que propician el sometimiento de un poder ante otro. 

Por ello los mexicanos tenemos el reto de revertir esa nociva conducta, para evitar que la democracia vuelva a un autoritarismo o una dictadura disfrazada de democracia. 

Hemos visto como el poder Ejecutivo, ha utilizado todo lo que está a su alcance para ir minando la fuerza del poder Legislativo y convertirlo solamente en una oficialía de partes, donde su mayoría solo se dedican a aprobar cualquier ocurrencia de “su jefe”, aunque vaya de por medio la seguridad, democracia, desarrollo y crecimiento económico de México. 

Los legisladores afines al presidente han olvidado que quien manda en una democracia es el pueblo y no el inquilino de Palacio Nacional. 

Las modificaciones al INE se sustentan en el argumento de una política de austeridad y ahorro para evitar el derroche y corrupción, pero si de ahorro se trata, vemos que esta administración, no ha cumplido con esa política. 

Para entenderlo mejor deberemos hacer comparaciones económicas. El IIFE ahora INE, desde su fundación ha requerido de 108 mil millones de pesos y sus resultados han sido palpables, ha existido alternancia de poder desde los municipios, los estados y la presidencia de la república, lo que significa que la democracia es respetada, que el voto de la gente vale y que el gasto lo amerita 

En cambio, en esta administración el derroche empezó desde la decisión de cancelar la construcción del Nuevo Aeropuerto que se ubicaría en Texcoco, se dice, porque no son certeras la cifras que esto ha costado más de 113 mil millones de pesos. A esto se suman los más de 74 mil millones de pesos que costo el AIFA y que es poco utilizado, es decir su rentabilidad no es positiva 

También se construye una refinería en Dos Bocas, Tabasco con un costo superior a  360 mil millones de pesos, más del doble de lo originalmente se presupuestó, y que no ha dado un solo litro de gasolina. 

A esto se debe sumar los 600 millones de pesos que costo comprar una refinería en el país vecino, que tampoco ha servido para solventar las necesidades de estos combustibles en el país. 

Ante la imposibilidad de destrucción absoluta del INE, el presidente tiene como propósito el obstaculizar, por todas las vías, la capacidad operativa del INE y propiciar la manipulación de los procesos electorales por el gobierno de tal suerte que pueda tener manga ancha para la irregularidad en el financiamiento, en la propaganda, actos anticipados de campaña, parcialidad en favor de sus candidatos y hasta en el conteo de votos, sobre todo si se tiene en cuenta que los contendientes serán sus candidatos o candidatas y, por la otra, quienes represente a una alianza opositora. 

AMLO sabe que el sistema y el marco jurídico aún vigente resulta imposible hacer trampa por la organización y el arbitraje a cargo del INE, de ahí la importancia de que no se trastoque, que se respeten sus facultades, órganos, estructura y recursos.

Pero también sabe AMLO que “cuando el gobierno cuenta los votos, el gobierno siempre gana”, como lo decía Porfirio Díaz.

Por eso la urgencia de descalificar al INE, de tomar las riendas para mantener el poder por varios años más.