El sector industrial es el que reporta los mayores impactos por las últimas reformas laborales, los puestos operativos es donde más ajustes han hecho las empresas para adaptarse a los cambios regulatorios, como el incremento de vacaciones o la Ley Silla, de acuerdo con un estudio de Worky.

Las empresas industriales califican con 4.1 puntos (en una escala de 0 a 5) el impacto de la reforma de vacaciones, en el resto de las compañías el promedio es de 3.7 puntos. Similar es la valoración del alcance de la Ley Silla, con 2.8 puntos en la industria contra 2.7 en las demás empresas. 

Según el informe México frente al imperativo de la transformación, elaborado por la plataforma de Recursos Humanos, las regulaciones se han convertido en el “nuevo motor —y freno— de la transformación industrial mexicana”.

A partir del 2019, con el cambio en el sistema de justicia laboral y democracia sindical, la agenda en materia de trabajo se ha mantenido activa. Tan sólo en las dos legislaturas pasadas, la Ley Federal del Trabajo (LFT) tuvo el 40 por ciento de todas las modificaciones registradas desde su promulgación.

El próximo cambio en puerta es la reducción de la jornada laboral a 40 horas. Este es un compromiso que asumió la presidenta Claudia Sheinbaum y la mandataria dijo que este mes se presentará la propuesta de reforma.

De acuerdo con la investigación de Worky, el sector industrial otorga una valoración de 4.5 puntos al impacto de la reducción de la jornada laboral, para el resto de las empresas la calificación es de 4.0 puntos. Este es el cambio con la mayor percepción de efectos en el mercado de trabajo.

El 65% de las empresas prevé que las siguientes reformas laborales aumentarán los costos operativos, principalmente en dos vías:

  • Incremento de costo por horas extra, turnos reducidos, descansos, reconfiguración de espacios.
  • Aumento de costo por rediseño de sistemas y control, permisos, bienestar, condiciones.

Si bien las compañías reconocen que los cambios laborales están forzando la modernización de la gestión de talento en el sector industrial, un efecto que se percibe como positivo, también alertan por la eliminación de las “ventajas geográficas y de costo”.

Pero las reformas laborales no es lo único que está modificando las reglas del juego en el sector industrial, el cambio en la demanda de habilidades es otro factor de transformación.

Aunque es mayor la proporción de empresas industriales (23%) que ofrecen capacitación constante, una cuarta parte reconoce que no cuenta aún con un plan de entrenamiento.

“El futuro de la manufactura mexicana no se detendrá por falta de tecnología, sino por falta de talento preparado para operarla”, indica Worky en el estudio.

A diferencia de los trabajadores de la información, con una prioridad en el desarrollo de habilidades como el pensamiento crítico o la resolución de problemas, en los puestos operativos hay un interés mayor en fortalecer el trabajo en equipo y la comunicación efectiva.

Sin embargo, uno de los retos es medir el impacto de las habilidades. Un 47% de las empresas no evalúa habilidades blandas y cognitivas en trabajadores operativos.

“La manufactura mexicana avanza más rápido que su talento. Mientras la automatización redefine la producción, la fuerza laboral aún opera bajo una lógica manual. La brecha de habilidades blandas y cognitivas ya no es un reto formativo, sino un cuello de botella estructural”, advierte la plataforma.