Por Víctor Barrera
Recientemente el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), dio a conocer el comportamiento del crecimiento económico del tercer trimestre y este mostro una caída de 0.3 por ciento, lo que deja en los primeros nueve del año un crecimiento anual de 0.5 por ciento y esto hace difícil conseguir por lo menos el punto porcentual al termino de este 2025.
Esto demuestra lo estancada que se encuentra nuestra economía y cada vez pierde su dinamismo, por lo que es urgente que se aplique una estrategia para empezar a reactivarla o de lo contrario seguiremos observando crecimiento mucho menos que mediocres.
Pese a ello, en el gobierno federal se mantiene el optimismo y siguen manifestando que terminaremos el año con un crecimiento entre 0.5 y 1.5 por ciento. O más probable es que este sea cercano al limite inferior que al superior.
La explicación que se da, de parte del gobierno, sobre estos resultados, es que corresponden principalmente al cambio de la política comercial Internacional. Es decir, a las decisiones que tomó Donald Trump de aplicar mayor porcentaje en sus tasas arancelarias a casi todas las naciones. Pero se les olvida que a México, el incremento de aranceles fue en pocos sectores y no en todos los productos que exportamos hacia Estados Unidos.
Se explica que esta debilidad se debe principalmente a la disminución del dinamismo en el sector industria, donde se encuentra la manufactura, la construcción, la minería y la generación de energía, insumo principal para este sector, que retrocedió 2.85 por ciento con referencia al 2024 y con ello se acumulan cuatro trimestres con resultados negativos.
En lo que respecta al sector de servicios y comercio se registró un crecimiento de 0.91 por ciento y aunque es positivo, se trata del crecimiento más bajo que se ha observado desde el primer trimestre del 2021. Sobre el sector primario, el agropecuario este mostro un crecimiento de 3.03 por ciento impulsado por la demanda de sus productos.
Sin embargo, la aportación de este sector al Producto Interno Bruto del país, y su compartimento es volátil desentendiendo de diferentes factores como la sequía, plagas y condiciones de seguridad y sanitarias. Lo que hace que el impacto en el crecimiento general sea muy limitado.
Ahora deberemos esperar que, en el último trimestre del año, la economía pueda reactivarse para mantener por lo menos el 0.5 por ciento al término del año. Pero esto no será suficiente para esperar que el crecimiento económico del próximo año alcance un crecimiento del 3 por ciento, siquiera el 2.5 por ciento.
Será cuestión de establecer una política económica que empuje al sector industrial y no solo sea a través de la inversión pública, sino también de la inversión privada.
Esta última solamente está esperando que se estabilice el país, después de los diferentes cambios que se han generado como el caso del Poder Judicial y las diferentes reformas y nuevas leyes aprobadas por el Poder Legislativo.
En tanto deberemos observar la realidad y aunque no estamos en crisis, las circunstancias de recesión se convierten en factores que serán difíciles de superar en el corto plazo. En México el estancamiento económico a derivado en un decrecimiento del trabajo formal y un incremento del informal. Esto provoca a su vez que los recursos obtenidos por el pago de impuestos disminuyan y por eso el gobierno ha incrementado algunos de estos productos sobre todo en el Impuesto Especial Sobre Producción y Servicios (IEPS) que aun cuando aportaran a las arcas nacionales, seguirán siendo insuficientes para cubrir las demandas de servicios que se requieren en el país.
Y aunque este estancamiento económico del país se explica principalmente por factores externos, es un hecho que mientras exista una pérdida de confianza de parte de los inversionistas hacia nuestro país por los latos niveles de inseguridad, la falta de una garantía jurídica y respeto al estado de derecho, los crecimientos económicos que seguiremos observando serán mínimos.

