Por Víctor Barrera

Una de las promesas que se realizaron en el triunfo de la autollamada Cuarta Transformación, fue llegar a la autosuficiencia alimentaria, una promesa que fue buena y además un factor del porque la gente voto por Morena en 2018.

Ya han pasado 7 años desde aquel triunfo y el campo se mantiene sin el crecimiento esperado, es más está a punto de una crisis derivado del presupuesto raquítico que cada año se le asigna y a la falta de actuación de los llamados bancos de desarrollo, Nafin y Bancomext, cuya principal actividad es apuntalar a los sectores productivos nacionales para el crecimiento productivo y para la exportación de los productos.

Los productores de 20 estados de la república han realizado en los últimos días movilizaciones para exigir al gobierno federal se les haga caso, se incrementó el presupuesto, al menos al doble de lo que ahora se recibe, a todo el sector agrícola y se les dote de financiamiento para garantizar la siembra, cosecha y producción.

Los productores demandan reasignación presupuestal de 35 mil millones de pesos y exigen un precio mínimo de 7 mil 200 pesos por tonelada de maíz y la corrección de las políticas públicas para el sector.

El origen del problema se puede ubicar en el sexenio pasado. Los productores agrícolas inconformes acusan al cambio de políticas y los cíclicos aumentos internacionales de precios. La crisis en el campo es una bomba de tiempo. Para desactivarla se requieren más recursos y cambio de criterios políticos agrícolas.

Argumentan que los costos de producción agrícola se han incrementado más de 46 por ciento en los últimos cinco años, mientras que los precios internacionales de los granos maíz, trigo y soya han caído entre 30 y 50 por ciento desde los máximos de 2022.

Esto ha dado como resultado que la rentabilidad del campo sea menor, casi llegando al colapso, esto ha provocado que la producción disminuya y la importación de se incremente. Esto último no resulta una solución favorable sino todo lo contrario.

Esto ha provocado una incertidumbre para le campo mexicano y sus trabajadores que, por supuesto impacta en los hogares mexicanos, ya que los precios del os productos se incrementan ante una mayor demanda y poca oferta.

A esto se suma la desaparición de instrumentos como el Ingreso Objetivo, la Agricultura por Contrato y los esquemas de Cobertura de Precios ha dejado sin protección a la mayoría de los productores comerciales, por ello piden se restablezcan para ofrecer seguridad de planeación, venta y rentabilidad de los productos del campo.

Así, esto que se ha convertido en una “maldita herencia” para la presente administración empezó con los cambios que Andrés Manuel López Obrador realizo a los programas agrícolas que fraccionó los apoyos, pero que fueron insuficientes para crear mayor producción. También desapareció el Ingreso Objetivo, la agricultura por contrato y los esquemas de cobertura de precios.

Ahora se espera que los diputados federales puedan otorgar un presupuesto suficiente para reiniciar el crecimiento del campo o de lo contrario su colapso podría estar más cerca de lo que se piensa.