Pocas veces el título de un documental consigue asociar un hecho concreto con un sentido metafórico: Perseverancia se refiere a la comunidad donde nació el pintor Tomás Sánchez, al norte de Cienfuegos, en Cuba, a la vez sustantivo abstracto que describe la cualidad esencial que expresa este artista a lo largo de su vida, de su inapelable compromiso con la pintura. 

Con Perseverancia, un ensayo documental sobre Tomás Sánchez (México, 2025), Juan Carlos Martín consagra su propia imagen de cineasta pintor, pues no spólo registra la imagen concreta de Tomás Sánchez, sus cuadros, lugares geográficos y personajes en torno a él, sino que retrata el alma del pintor, inseparable de su pintura. 

Desde la mirada que ofrece de Tomás Sánchez, hoy en día con pincel en mano sumergido en el tratamiento de sus cuadros -simultáneamente con sus comentarios y explicaciones-, la vocación de maestro nunca quedó atrás, junto con entrevistas a familiares y amigos sobre su vida en Cuba; así, Juan Carlos Martín construye una tesis que demuestra su propósito: desde siempre Tomás fue llamado por el ángel del arte, perseverancia ha sido nunca dejar de escucharlo, padecer adversidades, o recibir premios y reconocimiento, todo lo vive con la misma serenidad, pues el universo de este artista es un bosque de símbolos, parafraseando al magno poeta de Las flores del mal, que él, Tomás, aprendió a descifrar. 

A la palabra ensayo, el espectador avisado agrega poético, la cámara crea secuencias que emanan de los cuadros de este pintor cubano, el paisajista latinoamericano más reconocido a nivel internacional; Tomás Sánchez se define a sí mismo, en una entrevista a La Jornada, como alguien que siempre ha sido un pintor, un creador y un ecologista, y Juan Carlos Martín entendió que sólo podía abordar la historia a través de su propia visión poética. 

Desde las primeras imágenes en La Habana, Perseverancia… contempla el ritmo de las olas que rompen contra el malecón, y es así como establece el tono que sostiene a lo largo de la película; la visión contemplativa se impone: Tomás Sánchez ha practicado yoga por 60 años, cuando se dice ecologista no se refiere sólo a un activismo, sino a una postura de visionario, la de estar en la naturaleza como al interior de un templo; contemplación y templo son indisociables, implica una fusión con el espacio sagrado. 

Difícil saber hasta qué punto el proceso intuitivo del director fue consciente; la clave de la fuerza y el misterio de la obra de este artista compone un constante juego de espejos entre el mundo interior y el exterior, entre el alma del pintor que refleja el mundo y el mundo que lo refleja; el término adecuado es mise en abyme (puesta en abismo), que describe mejor el proceso de interiorización que arroja la conciencia hacia un verdadero abismo. 

Juan Carlos Martín capta el misterio abismal de la obra meditativa, una conversación, un flujo que se vierte de un polo a otro, con secuencias que son poéticas no sólo porque sean bellas, sino porque poseen un ritmo, como el de una plegaria. Bien articulado, Tomás lo dice en palabras, yo pinto paisajes interiores; el espectador que ve el cuadro mira al pintor mirando, y así se ve a sí mismo. 

El documental dramatiza episodios claves de ciertas etapas de la vida de Tomás Sánchez, como el de la crisis de adolescencia, con actores que encarnan al pintor, y que reproducen acciones de esas etapas, pero lejos de mimar los gestos, el movimiento de la cámara, junto con la música, transmite el vértigo y la emoción de la revelación. 

Perseverancia, un ensayo de la vida de Tomás Sánchez, no rehúye hablar del conflicto político que afectó la vida y la obra del pintor, pero sabe mostrar el impacto que también tuvo este artista en la historia del arte, de las nuevas generaciones de artistas y de las instituciones en la misma Cuba.