Después de su ópera prima “Juan Perros”, que ganó Mejor Cortometraje Documental en el Festival Internacional de Cine de Morelia 2016, el cineasta Rodrigo Ímaz vuelve a competir en este encuentro fílmico con el largometraje “Ávia, el jardín de la memoria”.
Es un retrato de su abuela paterna Montserrat Gispert Cruells, una etnobióloga y catedrática universitaria, nacida en Barcelona, y desde pequeña llegó a México, país en el que falleció hacia el 2022. En entrevista, Ímaz recuerda cómo nace este documental:
“Fueron cinco años grabándola y el filme surge precisamente de esa inquietud o necesidad de responder de dónde venimos, y de alguna manera poder registrar testimonios e historias que yo escuché en las sobremesas, las comidas, las reuniones familiares, y que me parecían realmente terroríficas, si algo a mí me da miedo, y de niño me daba todavía más, era la posibilidad de una guerra, ya que mi bisabuela sobrevivió a la guerra civil en España y la Segunda Guerra Mundial. Además, mi abuela Montserrat llega a México enferma de tuberculosis. Igual intenté capturar este testimonio antes de que ella falleciera, pensando que era como la última de los mohicanos”.
-¿Cómo fue convencer a su abuela de seguirla con la cámara?
-Le dije que tenía la intención de filmarla y que se iba a cansar de mi, que fuera paciente conmigo, pero lo curioso es que ella como que de alguna manera intentaba también dirigir. Trataba de condicionar la manera en la que se relatan o se retratan las cosas. Era una mujer con cierto grado de vanidad que se fue desvaneciendo conforme su edad avanzaba, y al final de sus días la vanidad no existía y realmente la presencia de la cámara ya no le significaba
mucho, pero al principio, y eso nos pasa casi a todos que cuando te ponen una cámara empiezas a actuar.
“Ya contaba con la experiencia del documental anterior ‘Juan Perros’, sobre un hombre que vive en la basura, en el desierto de Cuatro Ciénegas, Coahuila, y mi experiencia era que la cámara empieza a volverse familiar conforme avanza digamos el rodaje, y fue en ese sentido algo muy similar con mi abuela. Al principio ella como que se autorrepresentaba y poco a poco empezó a salir tal y como era, sin mayor digamos mediación o trapujo”.
Precisa:
“Mi abuela y yo teníamos una relación de confianza gigante antes de rodar, en ese sentido no fue difícil encontrar a la persona ante la cámara, se captó su esencia, sus valores esenciales y su manera de ver, estar y existir. Para mí lo más importante era llegar a eso, como que todo el tiempo hurgaba para intentar salirme de la superficie para intentar entrar en la parte más esencial de Montserrat.
-Cuándo enfermó la siguió filmando, ¿verdad?
-En los últimos dos años de su vida, me volví su cuidador principal cuando ella ya empezó a perder capacidades físicas y psíquicas, y comenzó a ser más dependiente. Nunca me imaginé que iba a filmar el final de su vida, lo cual me parece un enorme regalo que ella haya digamos puesto en la conversación cómo terminar su vida, y como eso es parte de la dignidad de la vida, no tanto algo que haya que negar, sino algo que hay que enfrentar. Ella afortunadamente era una mujer muy estoica y muy valiente, y me parece que enfrentó de la mejor manera su final, y yo fui respondiendo las circunstancias. Cuando me dijo que quería ayuda para irse, entendí que se acercaba su final.
-¿Qué puede aportar en este momento “Ávia, el jardín de la memoria”?
-Deseo que abone a una conversación que me parece urgente con la muerte, con cómo abordamos el final de los días, cómo hacemos para tener
derecho a morir. En la actualidad no poseemos el derecho a decidir sobre nuestro cuerpo enfermo porque está penalizado, lo cual es un absurdo, es una contradicción, si existimos tenemos derecho a decidir sobre nuestra existencia.
Ímaz termina:
“Me daría ilusión que este proyecto ayude a la conversación y a los derechos respecto a eso. A mí me encantaría que mi hijo no tenga que resolverme un problema así, sino que yo pueda tomar una decisión por mí mismo con mi médico. Sin que condené a mi médico a un delito, sin que yo me coloque en una ilegalidad. Muchas personas hemos tenido algún ser querido bajo las influencias del dolor y que no tiene herramientas para poder seguir”.