Por Víctor Barrera

Al igual que el Plan México, en el discurso y en el papel, la estrategia de financiamiento para Pemex se ve demasiada atractiva con resultados suficientes para dar un giro total a la situación actual de la empresa paraestatal. El único pero que existe es el no cumplir al pie de la letra lo que se estipula en esta estrategia y esto se convertiría solo en un buen deseo.

Porque seguir utilizando la narrativa de que todo es culpa del neoliberalismo, es bueno en lo político, pero también es auto golpearse porque cuando la 4T tomó el poder, hace 7 años, Pemex aun mantenía una aportación fiscal positiva que marcaba la importancia de esta empresa en cuanto a la su situación financiera si la comparamos a la situación de hoy.

Desde el 2019, Pemex se ha convertido en una carga financiera para el Estado, que ha aplicado cerca de un billón 800 mil millones de pesos y hasta el momento no ha retribuido esa cantidad, sino al contrario mantiene un endeudamiento superior al que se tenía en 2018 y esto hace que no pague a sus proveedores, que son empresas en peligros de desparecer aumentando el nivel de desempleo en el país.

Es cierto que, desde su nacionalización, Pemex fue utilizada por los gobiernos para sacar recursos económicos, pero desde que la 4T ha estado al frente del gobierno federal, lo que fue una empresa importante como motor económico para financiar programas sociales, el rescate al campo se ha convertido en un peso económico para el Estado.

El plan financiero anunciado por Claudia Sheinbaum se basa en el respaldo del Estado mexicano a la empresa con la garantía del mismo con financiamiento de la banca de desarrollo mexicana, que no es más que dinero público.

Se trasladarán miles de millones de pesos a Pemex, para garantizar su estabilidad financiera, pero de no tener una administración adecuada de estos recursos, no solo está en riesgo Pemex, sino las finanzas públicas nacionales.

Entonces, el plan estratégico tuvo que haber empezado con una reingeniería administrativa e iniciar recortando los negocios de Pemex. es decir, aumentar la exploración y extracción de petróleo, para obtener divisas por venta del crudo. Dejar de lado refinación, que no ha dado resultados y replantearse nuevamente la oportunidad de la petroquímica, que se abandonó desde hace años.

Aun es tiempo de realizar esa reconformación productiva, aunque es limitado, pero reactivando la productividad, podrá hacerles frente a los compromisos financieros del 2026 y 2027, pagando la deuda con los organismos internacionales y a sus proveedores, que subrayó, muchos de ellos están al borde de la quiebra.

La estrategia en papel es formidable, el problema es evitar caer en los vicios de antes y exprimir a la empresa para pagar otras cosas y no fortalecerla para su desarrollo.