El presidente de la Junta de Coordinación Política (Jucopo) de la Cámara de Diputados, Ricardo Monreal Ávila, afirmó que el reto de una posible reforma electoral, orientada a rediseñar el modelo de representación proporcional, está en subsanar las deficiencias del modelo vigente sin desmontar los logros que han hecho posible una representación más plural y equitativa.
Indicó que la representación proporcional nació como un remedio a la exclusión política, pero con el paso del tiempo acumuló fallas: escasa rendición de cuentas, listas controladas desde las cúpulas y una desconexión creciente con el electorado.
Frente a ello –agregó– existe la propuesta de eliminar a las y los legisladores plurinominales y usar el modelo de primera minoría para recuperar legitimidad democrática. Pero, cuestionó, “¿vale la pena renunciar a la pluralidad para ganar cercanía? Tal vez el reto no sea suprimirla, sino buscar fórmulas intermedias que permitan corregir sus fallas sin renunciar a sus virtudes”.
En un artículo publicado en las redes sociales del también coordinador del grupo parlamentario de Morena, titulado “Repensar la representación: ingeniería electoral para una democracia plural, legítima y con rendición de cuentas”, da una breve historia de la representación proporcional en México y de los problemas actuales.
Comentó que México, desde hace décadas, optó por un modelo que privilegia la inclusión y la pluralidad. Y si bien es cierto que la representación proporcional, tal como hoy opera, presenta deficiencias –listas cerradas, decisiones centralizadas, escasa vinculación con la ciudadanía–, también lo es que estas fallas pueden corregirse sin debilitar el principio que la inspira.
El diputado Monreal consideró que existen alternativas, como las listas abiertas o las listas no bloqueadas, que permiten preservar la diversidad política e introducir mayor control democrático desde abajo.
Subrayó que la representación proporcional, pese a sus limitaciones, ha sido esencial para ampliar la pluralidad, abrir el sistema político e incorporar voces que, de otro modo, habrían quedado al margen de la vida parlamentaria.
Aunque el término ingeniería electoral, referido así por Giovanni Sartori, sugiere una operación técnica o neutra –abundó– la discusión que “nos convoca es compleja. En el fondo, el diseño de sistemas electorales implica decisiones profundamente políticas. Por ello, en la literatura especializada se reconoce que no existen sistemas que puedan evaluarse desde ópticas puramente técnicas: todos implican valores en disputa”.
Mencionó que no hay un sistema electoral “mejor” en términos universales; cada modelo representa una forma particular de equilibrar tensiones inevitables, entre ellas gobernabilidad frente a representación plural, eficacia frente a equidad, simplicidad y cercanía frente a pluralismo. “La mejor alternativa no puede definirse de manera universal, sino depende de lo que una sociedad prioriza en un momento determinado”.
Además, si el diagnóstico es que el sistema actual adolece de problemas como la falta de cercanía, la escasa rendición de cuentas y la débil conexión entre representantes y ciudadanía, la solución no necesariamente pasa por desmantelar por completo la representación proporcional, enfatizó.
“Más bien –dijo– el debate podría orientarse a cómo transformarla. Existen fórmulas que permiten mantener la pluralidad sin renunciar a la exigencia de legitimidad y vinculación democrática. Entre ellas, destacan las listas cerradas no bloqueadas y las listas abiertas”.
En el documento, el diputado refirió que el pasado 4 de julio la presidenta de la República, Claudia Sheinbaum, anunció su intención de impulsar una reforma electoral orientada a rediseñar el modelo de representación de las minorías.
En su propuesta, esta meta no requeriría conservar el esquema de representación proporcional ni las listas plurinominales, sino que podría alcanzarse –según lo planteado– mediante un mecanismo alternativo: el método de “tercer/a senador/a de mayoría relativa”, también conocido como la figura de la primera minoría.
Se retoma un modelo ya conocido en el sistema electoral mexicano: asignar un escaño a quien quede en segundo lugar en una contienda territorial, como ocurre actualmente en la elección de las y los senadores por entidad federativa. Quienes defienden esta alternativa destacan que podría ofrecer diversas ventajas.
Añadió que al obligar a todas y todos los candidatos a competir en territorio, se fortalecería el vínculo directo con la ciudadanía y se ampliaría el conocimiento de las problemáticas reales. Además, al otorgar representación a quien no gane, pero obtenga un respaldo significativo, se incluirían voces minoritarias sin necesidad de listas partidistas.
Dejó en claro que “la propuesta, sin duda interesante, parte de un diagnóstico atendible: el modelo vigente de representación proporcional mediante listas cerradas no siempre garantiza cercanía con el electorado ni promueve una representación genuina de sus intereses. No obstante, vale la pena preguntarse si el remedio propuesto atiende realmente la raíz del problema o si existen alternativas con menor costo democrático”.