El contrabando de ganado bovino por la frontera sur de México representa una amenaza critica para la ganadería nacional, no solo por las pérdidas económicas que genera, sino por el riesgo sanitario que ha facilitado el resurgimiento del gusano barrenador del ganado (GBG), una plaga considerada erradicada en el país desde hace más de dos décadas.
Así lo advierte el estudio “Estrategias y retos frente al resurgimiento del gusano barrenador del ganado”, elaborado por el Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques del Senado, el cual documenta el impacto que esta plaga ha tenido en la industria ganadera mexicana y los vínculos directos con el ingreso ilegal de animales infectados sin control sanitario.
De acuerdo con el documento, se estima que cada año ingresan a México, de manera ilícita, alrededor de 800 mil cabezas de ganado bovino, principalmente desde Centroamérica.
Esta actividad está relacionada con un mercado negro de aretes de identificación oficial, emitidos por el Sistema Nacional de Identificación Individual de Ganado (SINIIGA), los cuales son falsificados o reutilizados para dar apariencia legal al ganado introducido ilegalmente.
Mientras el precio oficial de estos aretes ronda los 50 pesos mexicanos (alrededor de 2.5 dólares), en el mercado negro se venden entre 400 y 700 pesos (de 20 a 35 dólares), lo que representa una economía clandestina de hasta 360 millones de pesos anuales (unos 18 millones de dólares), alerta el informe.
El uso de estos dispositivos ilegales dificulta el rastreo del ganado, impide el cumplimiento de los protocolos sanitarios y aumenta el riesgo de diseminación del gusano barrenador, cuyas larvas destruyen tejido vivo de animales, provocando lesiones graves, infecciones secundarias y eventualmente la muerte si no se atienden.
Según datos oficiales incluidos en el estudio, entre noviembre de 2024 y junio de 2025 se han confirmado más de 1,900 casos de gusano barrenador en siete estados del sur de México, especialmente en Chiapas, Tabasco y Campeche, aunque también se han registrado casos en Quintana Roo, Yucatán, Oaxaca y Veracruz.
El brote ha tenido consecuencias severas para la economía ganadera nacional.
En 2024, México exportó 1.27 millones de cabezas de ganado en pie a Estados Unidos, con un valor comercial de 1,300 millones de dólares. Sin embargo, en los primeros cuatro meses de 2025, las exportaciones se desplomaron 60 por ciento, pasando de 485,000 cabezas en el mismo periodo de 2024 a solo 195,000 este año.
La caída se debe a las restricciones impuestas por autoridades sanitarias estadounidenses ante el riesgo de contagio, lo que ha generado pérdidas de hasta 11.4 millones de dólares diarios, afectando especialmente a productores del norte del país, como los de Sonora y Chihuahua, donde se movilizan más de 5,700 animales al día, con un valor promedio de 2,000 dólares cada uno.
Frente a esta situación, el Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA) y el Consejo Nacional Agropecuario (CNA) han urgido al gobierno mexicano a establecer criterios sanitarios regionalizados, intensificar la vigilancia sanitaria, aumentar la inversión en moscas estériles —método utilizado para erradicar la plaga— y reforzar la cooperación técnica con Estados Unidos para restablecer las exportaciones.
El Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (SENASICA) calcula que la erradicación del GBG en la región afectada requerirá una inversión de al menos 830 millones de dólares, sin contar las pérdidas colaterales en toda la cadena ganadera.
El estudio del Senado concluye que el control del contrabando de ganado en la frontera sur es clave para frenar el avance del gusano barrenador, y advierte que, de no actuar con contundencia, México podría perder su estatus zoosanitario y con ello, su posición privilegiada como exportador de ganado vivo a Estados Unidos.