Por Víctor Barrera
A Claudia Sheinbaum le toca arreglar todo lo que destruyo su antecesor, y mesías, en seis años. Pero también le toco una herencia que va más allá de las crisis económicas que se vivieron años anteriores, porque ahora no solo son problema de índole económico y financiero, sino de migración, infraestructura, y ahora de temas internacionales como lo es el asunto del agua.
Este problema que, durante muchos años era arreglado de manera diplomática, se está convirtiendo en un asunto de impacto para México que podría perdurar varios años.
El pasado 28 de abril se anunciaba ya un acuerdo para resolver este año, este eterno problema. De acuerdo a un tratado bilateral establecido desde 1944 donde se obligaba a México enviar a Estados Unidos, agua con un promedio de 430 millones de metros cúbicos.
Ambas naciones elaboraron un comunicado para informar a sus pobladores el acuerdo. La Secretaría de Relaciones Exteriores de México informó “se llevarán a cabo una serie de medidas” para mitigar el faltante de agua. En tanto de parte del Departamento de Estado estadounidense se precisaba que habría transferencias inmediatas desde las presas binacionales, aumentará la participación estadounidense en seis afluentes mexicanos, y se desarrollará un plan de entregas regulares en el próximo ciclo quinquenal.
La forma de comunicar muestra un contraste que debe entenderse a fondo. Mientras que para Estados Unidos el acuerdo es un compromiso concreto con los agricultores texanos, una base política clave para el presidente Donald Trump. Para México, es un intento de ganar tiempo con el objetivo de evitar que el tema escale en medio de una ya tensa relación comercial.
Sheinbaum Pardo, esta obligada a cubrir lo acordado y esto se convierte en n problema para los mexicanos. La escasez hídrica no es nueva, pero sí más severa. Y durante años la falta de estrategias para cuidar el uso y distribución de agua ha traído como consecuencias que, este año estados del norte de la república, y que forman parte del fortalecimiento industrial del país, presenten condiciones de sequía severa.
Y México no tiene hoy suficiente agua para cumplir el tratado sin afectar a sus propios agricultores e industriales, principales usuarios y actores con fuerte capacidad de movilización política.
Así que el acuerdo al que se llegó con Estados Unidos se convierte en un grillete que podrá utilizar el gobierno estadounidense para endurecer su postura hacia México.
Así, grupos de campesinos han empezado a movilizarse para exigir al gobierno mexicano, primero resuelva el asunto interno del agua o de lo contrario, en el sector agrícola, las consecuencias severas serán la escasez de alimentos. En tanto para le sector industrial, esto provocaría disminuir la producción y esto provocaría despidos de trabajadores.
Recordemos que la falta de mantenimiento y modernización de infraestructura hídrica nos ha llevado a que esta vejezca y creado fugas de agua en toda su infraestructura.
Pero también debe tomarse en cuenta que ante el cambio climático que se presenta, la demanda del agua va en aumento y esta no puede satisfacerse si las presas se encuentran a la mitad de su capacidad. Y los ríos vivos del país están semisecos.
El problema entonces es encontrar la solución adecuada para ambas naciones que evite un enfrentamiento político y la falta de agua para las poblaciones de ambas naciones.