Por Víctor Barrera

Pretender que una medida altamente populista sea la salida para que el pueblo mexicano sienta que se están haciendo bien las cosas, porque en el corto plazo será otro problema a resolver. Además, esto no implicará que quien pague el costo de esa medida sea únicamente el gobierno o el empresario de ese sector.

Hablar de un techo tope en el valor de la gasolina no significa que la economía mexicana podrá alcanzar la estabilidad suficiente para luego empezar a anotar puntos positivos en su crecimiento. Es simplemente realizar acciones que en el papel suenan fabulosos, pero a la hora de realizar las cuentas resultan bastante incomodas y contrarias al objetivo que se busca.

Claudia Sheinbaum aplaudía ayer a la titular de la Secretaría de Energía. Luz Elena González, por haber conseguido un acuerdo entre los gasolineros para expedir el costo de la gasolina Magna en 24 pesos y con ello “aliviar”, la economía de los mexicanos.

No se argumentó que con esta medida el consumidor seguirá pagando el Impuesto Especial Sobre Producción y Servicios (IEPS), que es demasiado alto e impacta en el costo final de la gasolina elevándolo hasta un 70 por ciento. Es decir, el consumidor seguirá subsidiando el costo final de la gasolina, porque el gobierno federal mantendrá el nivel de recaudación en termino iguales, algo así como 400 mil millones de pesos.

Pero para engañar a la gente se afirma que quien asumirá el mayor costo es el empresario gasolinero que dejará de percibir 6 pesos de ganancias y se conformará con solo 2 pesos. Esta situación podría generar el incremento del mercado negro del combustible y la reactivación del huachicol.

Tampoco se manifiesta que Pemex, no ha logrado alcanzar la suficiente producción de gasolina para ofrecer al mercado y con ello sustituir las importaciones de Estados Unidos. Que, a pesar de obtenerlo en un precio bajo el litro de gasolina, este se eleva al transportarlo a los estados de la república colocando el precio en los niveles que actualmente vemos.

Es decir, el gobierno federal sigue mintiendo con medidas populistas donde destaca un acuerdo para bajar el precio del litro de gasolina, pero no baja el nivel de impuestos que paga el consumidor y que impactan directamente en el bolsillo y economía familiar de los mexicanos.

Este gobierno pretende seguir engañando a los mexicanos convenciéndolos que, si el costo de la gasolina no se eleva, sino al contrario se encuentra en un nivel estable, significa que las cosas se están haciendo bien, cuando no es realidad esto. Podrán seguir presentando programas para mantener un tope en el precio del combustible, pero esto no significa que el manejo administrativo de Pemex mejora.

Por ello, el gobierno federal debe centrarse más en hacer más efectivo el manejo de la empresa pública productiva para que ofrezca resultados positivos no solo a las finanzas del gobierno, sino en la producción de combustibles.

Es cierto que cualquier medida que implique la apariencia de un sacrificio del gobierno para proteger la economía familiar siempre resultará efectiva para el populismo. Pero no tomar las medidas adecuadas para resolver el problema y solo crear una olla de presión que estallará en el corto plazo es solo vivir en la ilusión. Con más daños que beneficios

La salida para desterrar esta presión que se generara, es que se trabaje en Pemex para que en verdad sea una empresa rentable, no solo en números, que han sido subsidiados por muchos años y que en los últimos seis, se destinaron enormes cantidades de recursos sin lograr estabilizar sus finanzas y manteniendo un endeudamiento que coloca a los bonos emitidos por esta empresa en categoría de “papeles basara”.

No es con mentiras, subsidios como se solucionará el problema del alto costo de las gasolinas. Es necesario una restructuración del gobierno para quitar ese IEPS que eleva el costo de la gasolina, pero una libre competencia bien regulada podría ser la solución más adecuada