El Salvador registró en 2024 una tasa de menos de dos asesinatos por cada 100 mil habitantes, la más baja de su historia, una transformación «radical» que convirtió al país en uno de los más seguros del hemisferio occidental​​​.

Este cambio se ha sido en tan solo seis años El Salvador era uno de los más peligrosos del mundo, con una tasa de homicidios de tres dígitos, lo que llevó a describirlo como «el país de la muerte».

A principios de este mes, el presidente, Nayib Bukele, destacó la tasa de homicidios con la que se espera cerrar 2024.

«La tasa de homicidios proyectada para 2024 es de 1,8 por cada 100 mil habitantes, consolidando a El Salvador como el país más seguro del hemisferio occidental», expresó el mandatario comentando un parte diario de muertes violentas elaborado la Policía Nacional Civil.

En esa ocasión, el presidente salvadoreño se refirió a que noviembre cerró como el segundo mes más seguro en la historia del país, con 26 días sin que se registraran homicidios, solo superado por el mes anterior, que terminó con 27.

«De mantenerse esta tendencia, en 2025 podríamos alcanzar una tasa inferior a uno, acercándonos a nuestra nueva meta en seguridad: convertirnos en el país más seguro del mundo», manifestó Bukele.

Según cifras oficiales, en 2015 la tasa de homicidios fue de 106,3 cada 100 mil habitantes; el 2019, año en que asumió Bukele, culminó con 38 homicidios cada 100 mil habitantes y el 2023 cerró con 2,4 homicidios cada 100 mil habitantes.

El llegar a esto, ha sido con base en varios factores estratégicos, principalmente ha sido el Plan de Control Territorial, que puso en marcha Bukele 20 días después de tomar posesión para su primer mandato, el 1 de junio de 2019, y que actualmente se encuentra en su sexta fase.

Este plan es coercitivo como a lo preventivo, así como a garantizar que las fuerzas de seguridad del Estado recuperen territorios que antes estaban bajo control de las maras o pandillas.

Además se debe sumar que la población asumió el plan como suyo y ha decidido ser garante de la seguridad, lo cual es posible porque la confianza en las instituciones pertinentes ha aumentado significativamente.

Otros factores estratégicos ha sido el reivindicar los derechos humanos de las víctimas, no de los victimarios; y, tercero, el hecho de contar con un liderazgo político, como el de Nayib Bukele, que es la variable fundamental del éxito del plan.

Esto también ha permitido que el crecimiento económico del país alcance la cifra de 3.5 por ciento anual en 2023 y en este año que termina será el mismo nivel. Esto es importante ante 2.2 por ciento que ocurría en años anteriores.