Por Víctor Barrera
Platicando con colegas reporteros, aquellos que cada día salen a la calle, asisten a los eventos, platican con los actores y también con la gente en general, la coincidencia es que México requiere salir de esa vorágine que la ha empujado a un México del siglo pasado donde el Ejecutivo era omnipotente y nadie podía decir lo contrario porque seria expulsado de ese pequeño circulo de privilegiados que al paso del tiempo permitieron y realizaron una voraz corrupción, este poder por fortuna fue interrumpida por Ernesto Zedillo al reconocer por primera vez la alternancia en la presidencia de la república.
Sin embargo, la corrupción se mantuvo sobreviviente y continúo depredando los recursos públicos a favor de esos pequeños grupos “cercanos” al presidente o secretarios de estado.
Para los comicios del 2018, la gente salio a votar para nuevamente tratar de erradicar la corrupción. Las promesas de honestidad y combate a la corrupción fueron las que impulsaron el cambio, que duro muy poco porque el autoritarismo y la corrupción se mantuvieron y acentuaron en el país.
Ahora, estamos nuevamente en la antesala para elegir a quien en los próximos seis años deberá llevar las riendas del país, Por tanto, deberemos escoger a quien si cumpla con sus promesas y que no simplemente sienta que la votación es un mero tramite porque la persona ya fue elegida por el omnipotente dedo de quien nos gobierna.
Deberemos elegir a quien represente la democracia y muestra respeto por ella. Donde nos permita seguir ejerciendo este derecho y no sea el autoritarismo quien decida por nosotros.
Debemos elegir a quien si respete la división de poderes y permita que trabajen con independencia y autonomía. Quien ofrezca que los órganos ciudadanos, que en un tiempo fueron un contrapeso a los poderes, sigan existiendo para tener un manejo de los recursos públicos transparentes y se rinda cuentas de ellos.
Elijamos a quien retome la salud, educación e infraestructura como prioridades de la política. A quien ofrezca el seguro Popular que permita, por lo menos, que millones de personas tengan acceso a servicios básicos de salud y una cobertura ante ciertos eventos catastróficos. Que no deje sin medicamentos a niños y adultos, sobre todo contra el cáncer. A quien no utilice la educación como herramienta de adoctrinamiento y permita el desarrollo científico y tecnológico de niñas, niños y jóvenes.
Que vea como oportunidad la colaboración de la iniciativa privada en ciertos sectores, para utilizar mayor cantidad de recursos a favor de la producción de alimentos y no seguir exportando grandes cantidades de ellos.
Que no piense que la soberanía es que el estado tenga monopolios en sectores donde ha demostrado ineficacia, porque la soberbia nacional radica en la libertad y derecho de la gente y no en el poder centrado en una sola persona.
Votemos por quien pondrá a las fuerzas armadas a realizar su trabajo y no a construir obras o adminístralas y a quien obedezca y haga cumplir la ley, sin distinción de nadie,
Elijamos a quien propone mayor esperanza de crecimiento en todos los sentidos, porque ya conocemos que la continuidad será seguir igual o peor que antes. Todo esto apliquémoslo en cada uno de los puestos públicos en juego, para evitar seguir manteniendo a quien lleva años viviendo del erario publico y no ha dado resultados.