Por Víctor Barrera
En México la desconfianza y apatía de los ciudadanos hacia los políticos, sigue marcando el presente y el futuro de la democracia del país, que debería seguir avanzando hacia una verdadera representación de la población y no solo a una participación política.
Esto hace que, temas primordiales como la seguridad, la salud, la alimentación, el agua, el medio ambiente entre otros solo se discutan cuando se busca obtener más votos y no como algo necesario para alcanzar una mejor calidad de vida de la población. Además, pone en evidencia el estado de crisis que sufre la democracia representativa
Marcado por el declive de la participación electoral, con aumento en la volatilidad del sufragio y de los sectores de indecisos. Porque la ciudadanía aun demanda presencia en la toma de decisiones y no ser simple espectador de estas.
Pero, aun así, los partidos políticos siguen ensimismados y solo se presentan como la partidocracia, única de capaz de aportar decisiones. Hasta derivar en la oligarquía que actualmente se ha asumido quien manda y puede dirigirse al pueblo.
La democracia moderna ahora se ha configurado como un gobierno sin discusión donde los ciudadanos solo se expresan al votar, pero nunca participa sobre temas decisivas para su mejor calidad de vida
Es por ello extraño llamar democracia, lo que vivimos actualmente cuando la soberanía popular aparece únicamente en intervalos fijos y excepcionales.
Frecuentemente se defiende el termino democracia como el poder que emana del pueblo, pero no como las decisiones que toma el pueblo para su mejor calidad de vida.
En este momento cuando en México se elegirá un nuevo régimen de gobierno, y existe una polarización social la democracia en México parece dará un paso atrás, donde la compra del sufragio se ve constante y con ello se entierra la libertad del voto
Sin embargo, esto debe abrir una oportunidad para que los partidos políticos miren a la ciudadanía como un ente participante en las decisiones, pero se hace importante que se impulse un sistema donde la representación sea un modo de participación política de la ciudadanía y que esto regrese al espíritu de la Constitución original, con un sufragio efectivo y no reelección.