Víctor Barrera

Para poder tener una verdadera referencia del sexenio que está próximo a concluir deberemos analizar lo que este nos deja y con ello tomar una decisión del camino que debe seguir nuestro país, la continuidad o un nuevo cambio.

En este sexenio se incrementó el salario mínimo de manera considerable, sin embargo, este también ha sido rebasado por los altos índices de inflación que se han presentado sumado a que muchas de las empresas han dejado de dar empleos y  eliminar algunos ante la poca productividad existente, y el poco consumo de sus  productos.

También es cierto que en este sexenio han otorgado programas sociales, “en beneficio” de la economía de los pobres. Sin embargo, estos “apoyos”, tampoco han podido solventar el gasto familiar, de tal forma que para otorgar estos programas se hace necesario recortar presupuestos en algunas áreas productivas del país, lo que deja una menor producción, sea de alimentos o de las cadenas productivas, elemento que también disminuye el crecimiento económico de los sectores productivos.

En términos públicos, hay menos producción de alimentos, por el escaso apoyo a este sector debido a su corte de presupuesto,  las medicinas que son necesarias también han disminuido porque no se compran debido a la falta de recursos, el resultado es que se compran los alimentos cada ve más caros al igual que los medicamentos con ello se diluyen esos “apoyos” otorgado por el gobierno.

A esto deberemos sumar que la informalidad se incrementó, debido a la falta de empleos creados, generando menos captación de recursos por parte de Hacienda.

La obsesión por querer regresar a Pemex como una empresa altamente productiva, ha hecho que este gobierno le  inyecte más de un billón de pesos y los resultados siguen siendo una empresa técnicamente quebrada, que la CFE se convierta en el monopolio estatal del energético y ha dejado el país de recibir inversiones  en este sector, por lo tanto el gobierno tiene que seguir subsidiando la electricidad, aumentando con ello el déficit respecto al PIB, el cual se ubica en 5 por ciento, el más alto en la época moderna del país.

Respecto a tema de seguridad, este sexenio se ha convertido en el más violento además, que de acuerdo a estudios realizados, por organismos dedicados a estos asuntos una tercera parte del país se encuentra en poder de organizaciones criminales, sometiendo a su población a vivir con miedo y de rodillas ante estos grupos criminales. Esto ha provocado que muchos empresarios, nacionales y extranjeros dejen de fluir recursos a esas zonas,  provocando que las comunidades de esas zonas vean precarizado su ingreso económico, lo que provoca en el  lado positivo la migración de esta gente o el negativo que esa gente se sume a las filas del crimen organizado.

El estado de derecho, con ello se ve vulnerado y a esto se suma los altos índices de corrupción que siguen existiendo, que provoca una desconfianza directa con el gobierno federal por parte de los inversionistas, algo que permite justificar la entrada de otros competidores en algunos sectores, pero que forman parte de la corrupción.

De tal forma que los resultados de este sexenio siguen siendo negativos. Sin embargo, alguien podrá argumentar que con todo y esto el inquilino de Palacio Nacional goza de un alto índice de popularidad. Pero esto no significa aceptación, porque la gente lo reconoce al verlo o escuchar de él todos los días, pero al momento de mirar su situación económica, muchos de ellos reconocen que ahora tienen una menor calidad de vida.