Por Víctor Barrera
Sin lugar a dudas que el poder puede enloquecer y que si este se acompaña de populismo, el poder termina siendo un autoritarismo que aun cuando existan evidencias, de que las acciones impuestas son malas, quien las aplica siente que son las mejores.
México ha sufrido en varias ocasiones estos excesos de poder a lo largo de su historia pero de la época moderna pueden nombrarse a tres, dos entre la década de los años 70 y principios de los 80.
El primero, Luís Echeverría Álvarez quien pensó que construyendo un bloque de países con economías emergentes, podrían negociar con la economía más grande del mundo Estados Unidos, nada mas alejado de la realidad.
Si embargo, este personaje utilizó la maquina de hacer dinero para expandir una política fiscal y monetaria, para impulsar un crecimiento económico, que tuvieron como contrapeso natural, y económico, un alto índice de inflación y por supuesto un mundo de dinero circulante insostenible debido a una baja cantidad en el nivel de reservas monetarias. Esto trajo como resultado la primera gran devaluación de nuestra moneda, y por supuesto el incremento de número de pobres en el país.
El segundo ejemplo es José López Portillo, donde el nepotismo fue la característica de ese sexenio, concluyó con una serie de decisiones malas, algunos las clasificaron de locuras, donde la economía se basaba principalmente en la venta de petróleo y la abundancia era impresionante para el Estado, no para la población.
Pero ante la caída en el precio del petróleo, la decisión tomada fue la incorrecta, aumentar el déficit de deuda provocando con ello al final del sexenio otra devaluación y por supuesto mayor pobreza.
Su palabras “defenderé el peso como un perro” solo quedaron en eso los mexicanos tuvimos que pagar, el nepotismo, autoritarismo y corrupción.
Ahora a unos meses de culminar un sexenio, lleno de frases populistas, donde el crimen organizado prácticamente ha generados pequeños Estados dentro del territorio nacional y la corrupción sigue predominado. Las ocurrencias han arrasado con organismo que de alguna manera eran diques para detener la supremacía de un solo poder, y ha convertido a México nuevamente en un prototipo de lo que no se debe hacerse en una nación con suficiente potencial para un crecimiento a favor de la población.
Todas esas ocurrencias han puesto al país al borde de perder la solidez institucional de los otros dos poderes de la nación, y convertirlos simplemente en empleados de un solo poder.
Se le ha otorgado un poder económico y administrativo a las fuerzas armadas que incidirá de manera negativa en los próximos años en las finanzas públicas nacionales.
Ahora, la ultima ocurrencia, sin poner de por medio la creación de riqueza o procurar el ambiente para crearla, enviará iniciativas de reforma constitucional para modificar el sistema de pensiones, sin explicar que organismo o institución se hará cargo de las cuentas individuales de los trabajadores, lo que podría ser un enorme impacto en los ahorros de la gente. Pero también de las finanzas publicas.
Así pues el poder y populismo ha hecho mucho daño al país y a los mexicanos, Por tanto deberemos pensar que tipo de gobierno queremos para el próximo sexenio.