Hasta ahora la economía mexicana ha sido capaz de librarse de las tradicionales crisis de fin de sexenio, pero no ha logrado escapar de la tradicional desaceleración de inicios de sexenio que produce la transición política, dijo Moody’s Analytics.
En el análisis “Economía bajo el ciclo político”, elaborado por el director de Moody’s Analytics, Alfredo Cutiño, resaltó que en los próximos dos años México estará inmerso en el tradicional ciclo político de la economía, un período durante el cual la economía se ve altamente influenciada por una fase de expansión y una de contracción causadas por la transición política.
“Esto significa que la economía resultará beneficiada en el 2024 y afectada en el 2025. El ciclo político ha jugado un papel relevante en la evolución de la economía a lo largo de las últimas seis administraciones. En particular, la economía sufre los efectos del cambio de administración cada seis años, pero también disfruta de los beneficios del gasto expansivo durante el proceso electoral. Este ciclo ha estado presente en las últimas cuatro décadas y no hay razón para creer que esta vez será diferente, aunque ahora tendrá una pequeña variante”, resaltó.
En el documento se resalta que el ciclo político de la economía mexicana durante las últimas cuatro décadas ha mostrado dos fases bien definidas. La primera es una fase expansiva, que se presenta durante los primeros seis meses del último año de gobierno. En esta fase, la política fiscal se utiliza no solo para financiar el proceso electoral y completar las obras de infraestructura del gobierno en turno, sino también para estimular a la economía y generar un sentimiento de bienestar social con la intención de ganar las preferencias de los votantes hacia el partido en el poder. La segunda es una fase contractiva que inicia con el retiro del estímulo fiscal después de las elecciones y se extiende hasta la primera mitad del primer año del nuevo gobierno. Al comienzo de cada nueva administración se presenta un retraso en el ejercicio del presupuesto federal.
“Este retraso en el gasto, junto con la incertidumbre que se genera alrededor del nuevo equipo económico y político, introduce un retraso en las decisiones de consumo e inversión privada, lo cual se refleja en una desaceleración de la actividad económica”, añadió.
Así, explicó que hasta ahora no se alcanza a ver en el horizonte algo que pueda interrumpir la llegada del ciclo político de la economía, por lo que se anticipa que el crecimiento económico continuará teniendo a la política como uno de sus determinantes en los próximos dos años.