Por Víctor Barrera
Los problemas que empiezan a ocasionar la designación de los candidatos a diferentes puestos de elección popular, serán el factor fundamental para entender si Morena y aliados alcanzan a obtener el “carro completo” prometido por su candidata virtual Claudia Sheinbaum.
Hasta el momento las aguas al interior de Morena empiezan a moverse y su ritmo será vertiginoso al acercarse los dos últimos meses del año cuando en INE deberá tener la lista oficial de los candidatos
Pero esto no será a través de las encuestas, sino de la designación que realice el originario de Macuspana, que se ha convertido en el único elector, como en los viejos tiempos del “dedazo presidencial”, donde solo una persona califica y designa las candidaturas.
Claudia Sheinbaum, y muchos morenistas, tendrán que alinearse a estas decisiones, si quieren seguir siendo útiles al “jefe”. Y por supuesto seguir disfrutado el gran pastel que significa estar “dentro del sistema”.
Atrás queda, y, como anécdota, la entrega del bastón de mando, otra ocurrencia que se burlo de las costumbres y creencias de muchos pueblos originarios, que hiciera López Obrador a Sheinbaum, porque el mando lo tiene López Obrador.
Todo esto significa que de ganar Claudia Sheinbaum, los comicios presidenciales, tendrá que incorporan en una oficina de la presidencia al asesor presidencial que podría ser ni más ni menos que el tabasqueño o uno de sus hijos.
Para México significará seguir manteniendo las políticas públicas de “ocurrencias” que este régimen mostró a lo largo de estos años y que la posibilidad de alcanzar crecimientos económicos para el país, y mejorar las condiciones de vida de los mexicanos, tendrán que esperar algunos años más.
Claudia Sheinbaum, debe entender que marcar una “sana distancia” con este régimen le servirá para llegar fortalecida a la presidencia, pero esto se pone en duda, cuando el tabasqueño, buscara seguir manteniendo el poder a través de sus incondicionales y leales.
Sheinbaum podrá ser la presidenta de México, pero quien siga dictando el destino de la administración federal será otra persona.
Y esto queda de manifiesto cuando Claudia Sheinbaum descarta una reforma tributaria por lo que el crecimiento económico del país se atará a las condiciones económicas que se tengan después de cubrir los gastos “prioritarios”, del régimen de la continuidad.
Ante la gran inquietud que ha generado en el sector privado el déficit público de 4.9 por ciento del PIB propuesto en el Presupuesto 2024, se espera que Sheinbaum cambie de opinión y decida realizar esa “sana distancia” que el permita establecer una política económica distinta a la que heredará.
Sheinbaum deberá mostrar que su administración será distinta a la actual y para ello deberá aplicar recursos suficientes en infraestructura, energía, salud, seguridad y educación para aprovechar las oportunidades de inversión que seguimos teniendo al estar cerca de una de las economías más importantes del mundo.
Esto significa realizar una reforma hacendaría, que este enfocada en ampliar la base de contribuyentes y no crear nuevos impuestos o elevar las tasas de los existentes.
Sumar mas contribuyentes significan más recursos, y también una participación equitativa para el desarrollo y crecimiento del país. México requiere de alcanzar crecimientos por encima del 5 por ciento en los primeros años del a siguiente administración para terminar con la posibilidad de crecimientos de dos dígitos en 2030.
Esto significara mejor calidad de vida para los mexicanos, con más y mejores empleos, salarios que signifiquen una holgura económica a las familias y un circulo virtuoso de la economía, donde entre más sea el número de contribuyentes las tasas serán menores.