Por Víctor Barrera 

Sin duda la falta de un arbitro electoral que aplique las leyes muestra lo peligroso de esto, porque podríamos caer en una democracia que no emane de la voluntad del pueblo sino de una sola persona y se convierta en una autocracia, donde se defina el futuro político, social y económico del país. 

El Instituto Nacional Electoral (INE), se ha mostrado tibio al momento de aplicar las leyes y sancionar a  quien o quienes  de una u otra forma  las violentan, permitiendo con ello que se lleve a cabo pre campañas, disfrazadas. 

Además ha permitido la intervención directa del inquilino de Palacio Nacional haciendo proselitismo político y atacando de manera fuerte a sus adversarios, sin que en verdad exista una sanción a ello. La cual podría ser  llevar tras las rejas al personaje en comento. 

Recientemente Marcelo Ebrard realizó un reclamo explicito sobre la cantidad de recursos públicos que se están destinando a apoyar a Claudia Sheinbaum. Esto representa un delito electoral, y sus dichos, documentados adecuadamente, pueden descarrilar l candidatura de la ex jefa de gobierno y si se aplica la ley  hasta la candidatura de Morena. 

De tal forma que ya en el tiempo oficial de las campañas políticas Morena estaría impedida a presentar una candidatura, aunque posiblemente sus partidos aliados podrían hacerlo. 

Pero el meollo del asunto es que una vez más  ha quedado demostrado que quien tiene  el control real del INE es López Obrador, porque su presidenta y algunos consejeros electorales  simplemente hacen lo que se les ordena. Pero no así en el Tribunal Electoral que aun podemos  pensar que cuenta con cierta autonomía ante el poder Ejecutivo. 

El INE no ha querido actuar conforme a la leyes y ha permitido que las suspicacias sobre quine decide en el INE se vayan incrementando y esto podría  dañar de manera importante la democracia del país. 

Por lo menos al interior del INE existen algunas voces que ha señalado que estos procesos internos deberían cancelarse, la igual que la opinión de la Magistrado Janine Otálora. 

De no hacerse nada, repito, los comicios del 2024, podrían marcar el futuro de la democracia en el país, donde quien represente el poder Ejecutivo  sea el único para ungir este destino. 

Lo lamentable es que  existe gente que aun piensa que la forma de actuar de López Obrador obedece a una libertad de expresión que todos tenemos dentro del país y que esta en todo su derecho de utilizar recursos públicos para la promoción de sus corcholatas y de su propia persona. Cometiendo delito de peculado  sin que exista una autoridad que se lo prohíba. 

Pero que se puede esperar de alguien  que anhela mantener el poder a costa de lo que sea. De alguien que no empata con dolor e la gente y lo mismo puede señalarlos como adversarios políticos, el caso de los niños con cáncer y sus padres,  o no quiere recibir a quien lama justicia, como las madres buscadoras en México o dice no escuchar ante el cuestionamiento de lo sucedido con cinco jóvenes de Lagos de Moreno, Jalisco. 

López Obrador sigue mostrando cada día que el poder  si seduce y que quien  obtiene no lo quiere perder. Así lo ha demostrado con su afán de destruir los organismos autónomos  que fueron creados para limitar el poder Ejecutivo, exigir transparencia en su actuar y el justo rendimiento de cuentas a la población. 

Por esto debería quedar claro que  para mantener esta aun incipiente democracia, pero que nos da libertad para  elegir, el único camino es consolidar una coalición opositora para erradicar este mal que ya nos ha hecho daño, pero que evitemos nos destruya por completo y nos convirtamos en un país, donde habrá una inmensa mayoría de gente  en la pobreza y unos pocos en la riqueza. 

Por el momento solo existe una coalición que podría  realizar, y posiblemente no sea la mejor, pero deberemos apoyarla para evitar mayores daños. 

Habrá tiempo para ir mejorando una mayor participación de la gente en la política, donde no sean  solo los partidos políticos quienes decidan el futuro del país, sino la participación de la ciudadanía. 

Posiblemente dirán que no hay tiempo suficiente para establecer lo anterior, pero deberemos empezar con algo, y lo principal es no perder la libertad de elección, para exigir un mejor trabajo de la clase política, y quien cumpla con ello poderlo enviar a su casa. 

Deberemos seguir perfeccionando nuestra democracia, que sea participativa, cualquier   reelección, para  no se permita que la clase política se eterice en los puestos públicos y que todo tenga el objetivo común de tener un país mejor para todos. 

Es el momento de empezar a hacer valer el voto, la decisión ciudadana y eliminar  partidocracia y se establezca una verdadera democracia más adelante.