Rusia bombardeó este domingo la región de Jersón, en el sur de Ucrania, donde el ataque dejó al menos siete muertos, mientras Ucrania lanzó varios drones contra el territorio ruso, tres de los cuales fueron interceptados.
Según el ministro del Interior ucraniano, Igor Klimenko, entre los fallecidos en el ataque ruso hay un bebé de 23 días y un niño de 12 años.
«En Chiroka Balka murieron un hombre, su mujer y su bebé de 23 días», escribió Klimenko en Telegram, donde agregó que hay 20 heridos a causa del ataque, que también afectó la localidad de Stanislav.
En paralelo, el estadounidense Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW) recoge en su parte diario las informaciones sobre la presencia de pequeños grupos de reconocimiento de Ucrania en la orilla izquierda del río Dnipró, controlada por Rusia, aunque sostiene que su cantidad no es suficiente para acciones ofensivas.
La situación puede cambiar en caso de un contraataque mecanizado ruso, aunque «no está claro si las fuerzas rusas poseen reservas mecanizadas suficientes» para lanzar ahora semejante ataque en ese punto del frente, indica el ISW.
Las fuerzas ucranianas continuaron su contraofensiva en al menos dos sectores del frente, continúa el ISW, donde lograron «avances tácticos significativos».
Asimismo, destaca que los militares insisten en avanzar en direcciones a Melitópol y Berdinansk, objetivos clave para acercarse a la costa del mar de Azov y cortar el corredor terrestre entre las regiones anexionadas por Rusia en septiembre pasado y la península de Crimea.
Los avances tácticos de Kiev también los destaca The New York Times en un artículo publicado este domingo.
Según el rotativo, en el frente sur las tropas ucranianas habrían avanzado entre 16 y 19 kilómetros.
Estos logros, según el diario, son importantes porque obligan al ejército ruso a reubicar sus tropas, lo que crea oportunidades para las fuerzas de Kiev.