Por Víctor Barrera
México esta entrando en una etapa política donde se buscara realizar un proceso electoral apegado a la democracia, en un país, donde la democracia es inexistente, porque la voluntad del pueblo emana de las ocurrencias de un solo hombre, que se cree no el monarca, o dueño de un país, sino el Mesías, el salvador que vino a liberar a México y su población de los malvados, aquellos que durante años con mentiras y corrupción gobernaron al país.
Lo lamentable es que eso que vino a cambiar López Obrador, es ahora más intenso y con mayor profundidad, pero oculto a través de las ocurrencias y payasadas que cada mañana receta a la gente, en su show cómico, mágico musical que se ha convertido esas conferencias mañaneras donde no informa de su labor, pero aplica dosis de veneno, para encontrar a los enemigos y tratar de destruidos cobijado bajo el ¡apoyo” de la gente que ha caído en el papel de obligación a probar todo lo que emane del gobierno, a cambio de recibir pequeñas dadivas que en nada lo ayudan para superar la pobreza.
Transformar al país y en verdad lo esta haciendo, porque a falta de objetivos claros y precisos de saber hacia donde ir, ha utilizado esas ocurrencias como los ejes principales de una “transformación” que no ha dado resultados.
Dijo que encarcelaría a todos los corruptos de las administraciones anteriores, y hasta el momento no existe ningún funcionario de alto nivel en la cárcel.
Prometió otorgar un sistema de salud similar al de Dinamarca y solo observamos como sus ocurrencias , como crear el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), y el resultado es que arrojo a mas de 13 millones de personas sin la oportunidad de obtener un servicio de salud como lo hacia el Seguro Popular.
Cambio el sistema de compras de medicamentos, por que argumentó la existencia de un oligopolio corrupto, y tampoco existe nadie con una investigación para meterlo a la cárcel por ese acto de corrupción. El resultado es menor cantidad de medicamentos y el incremento del fallecimiento de la gente. Este problema se agudizó aun más en esta administración por la ineptitud de los funcionarios públicos actuales.
Prometió acabar con la inseguridad y el resultado es un país cada vez más sometido a las organizaciones del crimen y lo peor que existen territorios de estos organismos donde las autoridades no hacen nada para aplicar la ley y permiten que ellos gobiernen y decidan el futuro de muchas de las comunidades y sus pobladores.
Dijo que México sería un país con unidad y cada mañana hace todo lo posible para seguir alentando la división social, y colocarla en solo dos bandos los “buenos” que son quienes están con él, de manera obligada, por recibir apoyos de programas sociales y quienes siguen ilusionados en que si habrá cambio, aunque resientan que sus salarios e ingresos son cada vez más precarios y los “malos” los adversarios que piensan distinto y que hacen daño al país con sus ideas neoliberales, donde la competencia y la generación de riqueza es lo importante.
Prometió acabar con la corrupción, pero esta es cada vez más profunda, donde sus familiares y amigos se han beneficiado de manera importante y el resto de la población sigue viviendo de esperanza.
México ha caído rehén se ese autócrata que malversa recursos públicos para seguir fomentando el culto a su persona. Porque él es el movimiento y el movimiento es el país, el pueblo es simple espectador, engañado nuevamente, con la imagen de un ser honesto, pero es todo lo contrario.