Por Víctor Barrera
“No mentir, no robar y no traicionar”, fueron, al menos en palabras, los fundamentales para manifestar que el llamado proyecto de la 4T, que se ha quedado en eso, podría ofrecer el cambio que tanto esperaba México.
Estas palabras significaban que los mexicanos sabríamos de manera veraz, el manejo de los recursos públicos, el uso de estos para mejorar la calidad de vida y sobre todo para detonar el crecimiento económico, en un principio del 6 por ciento y luego de 4 por ciento, del país, que generaría empleos mejor pagados y por supuesto se mejoraría la calidad de vida de los mexicanos.
Es decir, se combatiría la corrupción, porque como lo dijo alguna vez, el tabasqueño, “se barrería las escaleras de arriba hacia abajo”, erradicando a esa alta burocracia que lamentablemente era la que se llevaba, o aún se lleva, los mejores dividendos en el uso y manejo de los recursos públicos.
Y por supuesto desde el titular del poder Ejecutivo, hasta el más sencillo de los servidores públicos, cumplirían con su labor hasta el final de los tiempos que marca la constitución para este sexenio, es decir no traicionarían al voto otorgado por la mayoría de los electores, para hacer realidad el cambio, donde el pensamiento de los trabajadores del estado está en mejorar el camino del país y no pensar en tener mejores puestos públicos, porque solo dejaría a medio empezar su labor para buscar ese otro puesto.
De tal forma que, repito, las palabras fueron solamente eso y nunca formaron parte de los valores de los funcionarios públicos en este sexenio.
Así vemos como la corrupción sigue imperando, desde el más alto funcionario público hasta el más sencillo, que la mentira es la manera de excusar sus ineptitudes y que la traición de dejar a medias sus labores solo por buscar otro puesto público siguen presente.
Pero esto deriva de la debilidad de la sociedad civil para exigir a estos funcionarios públicos que cumplan con lo encomendado en su cargo y estén en él hasta el final del periodo legal. De no ser así, la ciudadanía debe evitar que ese funcionario público no se postule para otro puesto por que nuevamente dejara sin concluir sus labores.
La ciudadanía debe dejar de estar aceptando candidatos impuestos y exigir al candidato idóneo para cada uno de ellos, Que no sean amigos de los dueños de los partidos políticos o que sean elegidos por tómbola como si fuera un juego de circo.
Los cuidadnos debemos plantear el perfil de cada funcionario, desde el presidente de la república, pasando por los representantes populares, alcaldes y exigir además que el presidente y los gobernadores y alcaldes propongan a quienes en verdad tiene las capacidades y aptitudes para desempeñar puestos públicos al lado de ellos.
Debemos de evitar elegir aquellos que violentan la ley, porque así se conducirán siempre. Evitemos que los partidos políticos impongan a sus amigos y no a la gente correcta o de lo contrario seguiremos esperanzados a que algún día se harán bien las cosas por parte de los funcionarios públicos, el poder lo tiene el pueblo y no los partidos políticos o la alta burocracia.