Por Víctor Barrera
El fin del peor sexenio de la vida moderna del país está a menos de 15 meses de concluir y el mercader de sueños lo sabe, Por ello su preocupación es mantener, a toda costa, el poder para su mal llamada Cuarta Transformación, que termino siendo la destrucción de todo lo que por muchos años costo a los mexicanos construir para mantener un estado de derecho.
Esta preocupación se vuelca en mantener esa característica de pendenciero, para distraer la atención de su “clientela” y revivir esa obligación de defenderlo o perderán sus “apoyos” que les otorga.
Sin embargo, a estas alturas del sexenio, esa estrategia resulta inútil ante el despertar de millones de mexicanos que han entendido que aquel sueño vendido por el mercader para llegar a la presidencia en el 2018 solo ha beneficiado a un grupo pequeño de personas.
La gente se siente sofocada ante los altos niveles de inseguridad donde el control de muchas regiones del país, no pertenece al gobierno federal sino a organizaciones criminales, que han postrado de rodillas al inquilino del Palacio Nacional y para evitar problemas proclama que estos criminales también tienen derechos humanos.
Otra inmensa cantidad de mexicanos ven como cada día sus ingresos se diluyen como agua entre sus dedos y no logran completar el pago de los alimentos básicos.
Observan que este gobierno federal prefiere destinar enormes cantidades de recursos públicos para la construcción de las obras “capricho” del tabasqueño, quien piensa que, por ser presidente de este país, es el dueño de su riqueza y de los habitantes y es el único que puede decidir sobre cómo utilizar el recurso de todos los mexicanos.
El originario de Macuspana se ha sentado en el trono del Dios quien decide el destino de todos los mexicanos y por ello pretende imponer a su “corcholata”, que ya está definida por él basado en su democracia donde “quien tiene el poder es mayoría en ella”.
Y para evitar cualquier desaguisado utiliza a sus empleados en el poder Legislativo, porque a él le deben su curul, para aprobar sin chistar, o de lo contrario pierden mantenerse dentro del sistema, porque este gobierno tiene lacayos y no legisladores.