Por Víctor Barrera  

 

Una de las características que tiene el mexicano, que para todo tiene una solución, algo que coloca al ingenio mexicano superior a otros, por lo menos dentro del continente americano. 

Sin embargo, esto también tiene un punto negativo, ya que cuando se pretende ser el “sabelotodo” terminamos empeorando el problema. 

En muchas ocasiones no pasa a mayores problemas. Pero cuando este “sabelotodo” se coloca en un puesto donde las decisiones inciden en la vida de muchas personas es cuando deberemos pensar si resulta positivo mantener a este tipo de personas en este sitio. 

Algo así está ocurriendo con el rumbo que lleva nuestro país, tenemos al frente de las decisiones más importantes a alguien que por ignorancia dice que todo es “fácil”. A lo largo de su vida los problemas que ha vivido los resuelve simplemente argumentando que son las personas que no piensan igual a él son os culpables de sus problemas y termina siendo la victima de esas malas personas. 

Esta forma de actuar le ha servido para ir escalando posiciones políticas que lo han llevado a obtener y arrebatar un poder que entre más concentra más quiere. 

El problema es que en estos puestos ha perjudicado a mucha gente, pero su narrativa, donde siempre resulta la victima le ha permitido navegar así  y sacar dividendos positivos para él únicamente. 

Así, a lo largo de 12 años, logro convencer a mucha gente que él tenía todas las soluciones para los problemas que aquejan al país, y declaro que “para ser presidente no se necesita mayor ciencia”, sin embargo, esta ignorancia de temas como el económico y el social ha hundido al país en una situación económica que podría estallar en una crisis en los próximos años, es decir en la próxima administración federal. 

Es probable que termine su sexenio argumentando que las finanzas públicas  quedan estables, que no habrá mayor deuda que la autorizada por el Congreso de la Unión y que México queda encaminado a la transformación, aunque tampoco sepa explicar  cuál será esa transformación. 

Será muy cierto que la deuda no se incremente, sin embargo, como he escrito en varias entregas, nuestra economía nacional quedarás sostenida por alfileres que  por un mal movimiento podrían desatar una crisis economía, algo similar a los sucedido en 1994, cuando  salíamos de un sexenio que  no había colocado en el primer mundo, pero con una economía tan frágil que un movimiento político  como el empezar a buscar a quienes se habían enriquecido ilegalmente dentro del país, ahuyento  a los inversionistas, provocando con ello una devaluación que termino con una crisis económica profunda. 

Algo así estas sucediendo ahora en México, ya que a partir de los resultados de los comicios en el Estado de México, podríamos entrar a una lentitud de inversiones  derivado a la cautela con la cual actuaran los dueños de los capitales y empresas, porque de continuar esta 4T, que se ha movido más por caprichos que por conocimiento, pocos inversionistas verán al país como un lugar donde colocar sus capitales. 

Tomaran como referencias, el nulo respeto al estado de derecho, como lo demostró en el sector energético, en las industrias eléctrica y petrolera, en el minero y recientemente en el ferroviario y la insistencia de que el inquilino de Palacio Nacional quiere entrar al sector bancario comercial, intentando bajo un falso nacionalismo acrecentar el poder económico que no beneficia a México, sino solo a un pequeño grupo cercano al oriundo de Macuspana. 

Todo esto con la complicidad de sus “empleados” en el poder Legislativos, diputados federales y senadores, que modificaron y reformaron leyes para adecuarlas a la conveniencia del capricho de titular del Ejecutivo. 

Esto mismo ha colocado en un impasse a grandes empresas que esperan que exista el respeto al estado de derecho por parte de las autoridades federales para establecer contratos que sean validados y respetados a largo plazo y con ello establecer o ampliar sus empresas en nuestro país. 

Todo lo anterior nos deja en esa delgada línea donde la falta de certidumbre jurídica provoca la salida de capitales que originan fuentes de empleos, pagan impuestos y fortalecen con ello el mejoramiento de la calidad de vida por otros capitales que son derivados de actividades dudosas y que s manejan a través de intercambio de poder.