Saúl Canelo Álvarez, no pudo pulverizar al británico John Ryder. Y sin el nocaut prometido, el mexicano retuvo el título indiscutible de peso supermediano por decisión unánime.
Un combate, donde el Canelo, tuvo que esperar la decisión unanime, porque no logro acabar la pelea.
En tanto el orgullo logró mantener al oponente de pie en dos ocasiones, lo que le valió un reconocimiento por parte del púgil mexicano.
La noche fue especial, primero porque el campeón mexicano, volvió a pelear en México después de 12 años de no hacerlo.
Regresó a Guadalajara, la tierra de donde salió para cumplir el sueño de convertirse en una estrella del boxeo. Esto quedo demostrado al llenar un estadio de fútbol como él lo hizo ayer, en segundo, el retador no inspiraba mucho miedo, sin embargo el desenlace no es demoledor.
Un tercer elemento que nuevamente se vio el teatro dentro de un espectáculo boxístico. Todo peleador pretende impresionar en la procesión que encabeza rumbo al cuadrilátero desde los vestidores, como si ahí se ganara el primer round. Canelo no podía desperdiciar la oportunidad en el regreso a su tierra tapatía sin hacer un número digno de una estrella.
Llegó precedido por una comitiva de estandartes y banderas con el logotipo del peleador para anunciar que estaba por arribarEl Rey, como si fuera un Juego de tronos en versión de charrería. Los estallidos de las luces, la pirotecnia y los mariachis le tendieron la alfombra.
Antes, John Ryder ya había subido sin demasiados aspavientos, como obliga su condición de humilde aspirante. El británico tuvo que esperar mientras saltaba sobre las puntas de sus zapatos, no se sabía si para calentar o para mantener los nervios a raya.
Cuando por fin presentaron al Canelo, “el orgullo mexicano”, el maestro de ceremonias parecía a punto de reventar la garganta. Faltaba más, no hay figura del espectáculo de masas que no esté acompañada por la gritería.
La contienda empezó de manera tranquila, sin buscar el golpe duro al contrincante, sino al contrario salir a estudiarlo y con ello alargar la fiesta, para que en los primeros cinco rounds solo mostrar la superioridad del Rey y luego asestar el golpe final.
Sin embargo, el retador Ryder, siguió a la perfección el teatro y busco desesperadamente golpear al Canelo, que no se mutaba ante los golpes del britanico.
Para el tercer episodio, Canelo empezó a soltar las manos, un upper a la mandíbula del británico y el jabque lastima lento y silencioso, como una enfermedad que no se nota hasta que ha hecho verdaderos estragos a la salud. La derecha del pelirrojo ya había cruzado la cara del inglés y la sangre empezó a fluir de la nariz de Ryder para aportar pigmento y drama al momento.
Pese a los golpes que encajaba, el inglés salió con mayor solidez para el quinto round, caminaba hacia los costados para no quedar a merced del Canelo y de vez en cuando se atrevía a meter las manos entre la guardia del mexicano. Pero el pelirrojo parecía un depredador que no necesitaba de la prisa, porque lo que quería ya lo tenía. Ryder no vio ni siquiera de dónde llegó la mano derecha que lo envió al suelo. Tuvo que levantarse aturdido y esperar la cuenta para reponerse.
A medida que avanzaba la pelea, el cuerpo de Ryder expresaba la crueldad del boxeo. Entintado en su propia sangre que manaba desde la nariz y que Canelo se encargaba de esparcir con los guantes como si se tratara de pinceles. El cuerpo como un lienzo que se rasgaría en cualquier instante ante el campeón mexicano.
Canelo lo tiró en dos ocasiones durante la pelea y por momentos lo tuvo oscilando como un metrónomo de sufrimiento que no terminaba de caer.
De pronto, como si una fuerza se depositara en el cuerpo del británico, se mantuvo digno y en vertical, con demasiados esfuerzos, pero sin desplomarse. Canelono lo liquidó cuando lo tuvo a merced y al final no pudo derribarlo.
“Sabía que sería un rival difícil porque es un guerrero”, dijo el Canelo, “un contrincante como él, valiente y sin nada que perder, se vuelve más peligroso”.
Canelo agradeció a los asistentes y se detuvo al pensar en los niños que acudieron a ver a su ídolo.
“Me hacen recordar que cuando niño soñaba con triunfar, pero nunca imaginé que sería de este modo. Estoy orgulloso de nuestro país y ¡que viva México, cabrones!”