Por Víctor Barrera
La designación de Norma Lucía Piña Hernández como nueva presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), otorgo un nivel de certidumbre y mostró que ni con presiones desde el pulpito presidencial se podrán quebrantar las normas, reglas y leyes que rigen a este poder de la nación.
De esta manera dio una lección importante para los legisladores de morena, PT y PVEM que más allá de querer quedar bien con “su jefe”, las cosas se deben analizar en relación al beneficio que se le otorga a la población de sus decisiones.
De esta manera se mostró también que el presidencialismo- populista que el titular del Ejecutivo ha implementado a lo largo de cuatro años, puede ser derrotado y no cumplir con sus caprichos.
Esto permitirá a su vez que la coexistencia de los poderes de la Nación no sea violentada y se les trate como simples empleados, cosa que muchos legisladores no han entendido.
El respetar la autonomía de cada uno de estos poderes, llevara a nuestro país a mantener un desarrollo, político, social y económico a favor de todos.
En el caso particular del Poder Judicial esto permitirá que ejerza no solo el papel de un órgano político de control constitucional que impida que en el país alguno poder pueda subyugar la función de otro.
Además, en la parte jurisdiccional pude mantener sus decisiones con base en la ley y no en las presiones que algún otro poder quiera imponerle.
Entonces más allá de que si la designación de Piña Hernández es una derrota para AMLO, se debe entender que el trabajo primordial del poder judicial es impartir la justicia de manera imparcial y sin interpretaciones.
Recordemos que el presidente de la SCJN no es superior a los demás ministros, porque en la sesión vota con las mismas reglas que los demás, pero en caso de un empate, su voto es determinante, pero debemos apuntar que cada decisión de la Corte es a través de un colegiado que analiza cada vertiente para dictaminar una decisión y no de la voluntad de una sola persona.
También es importante mencionar que la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación le confiere al presidente de la Corte atribuciones que definen su función.
Como ser el representante de la SCJN y del Poder Judicial de la Federación, frente a cualquier persona, o los otros poderes constitucionales, el Ejecutivo y el Legislativo.
También le permite definir la organización y funcionamiento del propio Poder Judicial Federal, con el nombramiento de jueces y magistrados, lo que realiza colegiadamente desde el Consejo de la Judicatura Federal.
Es la parte fundamental para presentar al Ejecutivo su presupuesto para la aprobación de este.
Pero el punto más importante es designar la forma en la cual el aparato judicial trabajara, en tiempo y organización, para alcanzar las resoluciones de los juicios que se les presenten.
De tal manera que ser presidente de la SCJN y del Poder Judicial de la federación permite a la persona que lo ostenta establecer mantener la gobernanza del país.
Con todo esto debemos señalar que la magistrada presidente, tiene en sus manos el papel de ser un verdadero contrapeso jurídico, para, repito, contener cualquier abuso de poder que provenga de los otros poderes autónomos, pero a través de un esquema claro para la impartir las leyes.
Entonces luego de su designación como presidenta de la SCJN, Piña Hernández, deberá mostrar no solo su capacidad jurídica, la cual no está en duda, sino ahora también la política y de interlocución con los otros dos poderes, pero bajo la autonomía de sus decisiones como tercer poder y evitar caer en presiones para determinar un juicio, como las que su3el hacer el tabasqueño.
Para con ello seguir en el camino de la consolidación constitucional a favor de un país democrático y a favor del progreso para el bien de sus pobladores