Cientos de personas desafiaron al frío húmedo de la madrugada de este lunes y vieron amanecer desde la plaza de San Pedro, en El Vaticano, mientras esperaban en una larga fila para presentar sus respetos al sumo pontífice Benedicto XIV, fallecido el 31 de diciembre. La basílica de San Pedro acoge una capilla ardiente con sus restos mortales que se mantendrá durante los tres días previos al funeral, programado para este jueves 5 de enero. Un evento sobre el que sigue habiendo muchas dudas, dada la excepcionalidad de despedir a un papa emérito, un evento no visto en los últimos seis siglos.
El cuerpo de Joseph Ratzinger, vestido con vestiduras litúrgicas rojas y doradas, fue colocado sobre un estrado frente al llamado altar de la confesión, en la nave central de la Basílica, con su cabeza reposando sobre un par de almohadas color carmesí y vigilado por dos guardias suizos. Según han informado las autoridades eclesiásticas, el público podrá ver al Papa emérito durante diez horas este lunes, de 9:00 a 19:00, mientras que el martes y el miércoles, están programadas sesiones de 12 horas de duración, de 7:00 a 19:00.
Los restos mortales fueron trasladados allí desde el monasterio Mater Ecclesiae, donde Benedicto XVI residió desde su histórica renuncia en febrero de 2013 y donde este domingo fue velado por amigos, ciudadanos y trabajadores del Vaticano, así como por los cardenales y miembros de la Curia. A primera hora de la mañana, su cuerpo fue transportado en una camilla de madera cubierta de tela por el pasillo central de la gigantesca basílica hasta su lugar de descanso, frente al famoso baldaquino de Bernini.
El público desfiló de forma solemne y ordenada frente a la capilla ardiente a lo largo de una mañana marcada por la emoción de los asistentes. «Quería rendir homenaje a Benedicto porque tuvo un papel clave en mi vida y mi educación. Llegué aquí alrededor de las 7:30, después de salir de Venecia anoche», declaró Filippo Tuccio, de 35 años. “Él fue muy importante para mí: por lo que soy, mi forma de pensar, mis valores. Por eso quería despedirme hoy”, agregó.
Antes de abrir la capilla ardiente en la basílica, tuvo lugar una liturgia en privado con los cardenales y las figuras más cercanas al pontífice. Entre los presentes también se encontraba la primera ministra italiana, Georgia Meloni. Se espera que unas 35.000 personas acudan a dar su último adiós a Benedicto XVI durante los tres días que permanecerá abierta la capilla, mientras que hasta unos 60.000 estarán presentes en su funeral, según las estimaciones de la Prefectura de Roma. Cifras muy discretas comparadas con las de su predecesor al frente de la Iglesia, Juan Pablo II, cuya despedida supuso uno de los eventos más masivos de la historia del cristianismo, con cifras estimadas en millones de asistentes.
El jueves, a las 9:30, el papa Francisco presidirá el funeral en la plaza de San Pedro, ante la presencia de fieles y delegaciones oficiales de Italia y del país natal de Ratzinger, Alemania. Los embajadores ante la Santa Sede han sido invitados oficialmente a la misa del funeral, según Europa Press, por lo que está previsto que también la embajadora de España ante la Santa Sede, Isabel Celaá, asista. Otras autoridades podrán acudir a título personal, pero la lista final de asistentes es todavía una incógnita.
No es la única. Normalmente, la muerte de un papa pone en marcha una serie de rituales marcados a fuego por la tradición, pero el fallecimiento de Benedicto XVI ha planteado la incómoda pregunta de si alguien que había entregado el papado debería ser tratado como tal. Por ejemplo, a diferencia de sus predecesores, el cuerpo del pontífice no portaba este lunes el palio papal, la cinta de lana con cruces que se pone sobre los hombros y que simboliza la potestad de gobierno en una determinada jurisdicción. De hecho, será enterrado sin vestir el palio, el cual será colocado en el ataúd como se hace para los obispos eméritos, según han informado los medios italianos.
Las soluciones que salgan de este evento histórico están destinadas a marcar un precedente para los pontífices que renuncien de ahora en adelante, un proceso que podría volverse más común en un futuro. El propio Francisco, de 86 años, ha planteado la posibilidad de seguir el ejemplo de Benedicto y renunciar si la edad le impide cumplir con sus deberes.
Según información preliminar difundida por el Vaticano, el funeral de este jueves parece diseñado para ser discreto, marcado por la misma sobriedad que caracterizó la vida de este 2humilde siervo en la viña del Señor”. Será enterrado en las tumbas papales bajo la Basílica de San Pedro en un funeral «solemne pero sencillo», han anunciado las autoridades de la Iglesia. Muchos medios italianos habían barajado la posibilidad de que sus restos ocupen la tumba de Juan Pablo II, que en 2011 fue trasladado a la superficie de la basílica, algo que finalmente fue confirmado este lunes por el portavoz vaticano, Matteo Bruni.
La que será la tumba del pontífice emérito perteneció asimismo al también santo papa Juan XXIII y se encuentra a pocos metros de la de San Pedro y ante las sepulturas de dos reinas, Cristina de Suecia y Carlota de Chipre. Benedicto XVI también tendrá, como ocurrió con Juan Pablo II, una sencilla lápida de mármol blanco con la inscripción de los años de su pontificado en latín.